29 de diciembre de 2005

Cambio y fuera, nenu nenu

Y sí, por este año este blog, se ha terminado.
No quiero hacer balances ni nada de esa pelotudez sensiblera.
Más allá de que realmente creo que la vida es un ciclo, dentro de un ciclo, dentro de miles de ciclos. A su vez, dentro de este pequeño ciclo que damos en llamar vida humana, caben miles de ciclos.
Como dijo mi profesor de yoga hoy: en realidad podemos tomar cada día como tomamos cada año de nuestra vida, y al comenzar y terminar plantearnos qué sentimos que hicimos bien y qué hicimos mal.
Ah, lo que me olvidaba de decir (y a la luz de esto el párrafo anterior toma otro color) es que seguramente este final se extenderá hasta febrero porque por suerte espero tomarme un hermoso mes de vacaciones en las playas rioplatenses.
Así que será hasta entonces, cuando retomaré este espacio, espero que con más y renovadas energías.

Mis mejores ondas de amor, energía positiva y tranquilidad para todos.

Nos leemos a la vuelta.

DesInd

28 de diciembre de 2005

Más allá y más acá

Hace dos semanas llegó a BA mi hermana que vive en EUA. Hacía un año y medio que no venía. Encima, hace dieciocho meses nació su hija, mi sobrina, así que imagínense el estado de toda la familia. Y ni quieran pensar en mi vieja: única hija mujer y primera nieta (y nieto también, quiero decir, es una primerez absoluta) viviendo a 15.000 kms. de distancia.
Como siempre, mi hermana llega pensando que la va pasar maravilloso porque nos quiere a todos, y nosotros la queremos a ella, y a los pocos días se da cuenta de que en realidad, acá seguimos siendo los mismos de siempre. Sobre todo mis viejos, que se la pasan criticando el modo en que mi hermana cría a su hija.
Y no es que yo no tenga objeciones a eso, es más, me parece que están cometiendo un montón de errores, pero al fin y al cabo es su hija y ella y su marido están haciendo todo allá solos, y lo hacen como les sale.
Ayer mi hermana, mientras refunfuñaba contra mis viejos y sus críticas, me pregunta:
- ¿Y vos no decís nada?
A lo que respondí:
- y no ¿que voy a decir si ya se que se son así?
Quiero decir que tampoco tengo ganas de juzgarlos, creo que la manera de contrarrestarlos es otra, más sutil y menos contestataria. De ahí que siento que estoy más allá o más acá de todos ellos, aunque los quiera, porque en el fondo se que son todos buenas personas.

27 de diciembre de 2005

Mirá vos

Parece que en la fiesta que se hizo el viernes en casa, hasta hubo famosos y todo.
Y yo ni me enteré.

21 de diciembre de 2005

Mayo Francés




Tal como escribí ayer, voy a volcar aquí algunas frases que aparecieron pintadas en las paredes de París en Mayo del ´68. Están extractadas de un librito que se llama "La imaginación al poder" de Ediciones Insurrexit, 1968.

EL ACTO INSTITUYE LA CONCIENCIA.

LA BURGUESÍA NO TIENE MÁS PLACER QUE EL DE DEGRADARLOS TODOS.

LA SELVA PRECEDE AL HOMBRE.
EL DESIERTO LO SIGUE.

EL DISCURSO ES CONTRARREVOLUCIONARIO.

NO SE ENCARNICEN TANTO CON LOS EDIFICIOS, NUESTRO OBJETIVO SON LAS INSTITUCIONES.

SI LO QUE VEN NO ES EXTRAÑO, LA VISIÓN ES FALSA.

EL PATRIOTISMO ES UN EGOÍSMO DE MASA.

DIGAN SIEMPRE NO POR PRINCIPIO; POPULARICEMOS LAS JUSTAS LUCHAS DEL DIVINO MARQUÉS.

Como verán, hay algunas más simples y otras simplemente exquisitas.
Espero que las disfruten. Yo me regodeo en ellas.

20 de diciembre de 2005

19 y 20

Hace cuatro años, más o menos a esta hora, yo caminaba por el asfalto de la Avenida Corrientes festejando el escape de De la Rua. Se podía ver los frentes de algunos negocios destrozados, y todavía algunos aprovechaban para llevarse algún recuerdo a sus casas.
Había sido un día increíble. Ese es el adjetivo que mejor lo define.
Había sentido la adrenalina de correr por Diagonal Norte tirándole piedras a la policía montada; había sentido el miedo en la nuca al volver la carga de esos mismos que instantes antes se retiraban; había sufrido el ardor más fuerte que nunca sentí en mis ojos y había agradecido como nunca a alguien que sin pensar por qué me había tendido una mano con unas rodajas de limón; había visto heridos de bala por primera vez en mi vida; había sentido la desilusión con un amigo que en momentos difíciles escondió la cabeza como el avestruz; me había estremecido al sentir la muerte muy de cerca, cuando los rumores me pisaban los talones; me había emocionado mientras los motoqueros giraban alrededor del obelisco agitando una bandera argentina en medio de la gente y la humareda inmanente. El recuerdo es ese, el del humo flotando por doquier.
Y encima, todo había empezado menos de 24 horas antes, cuando en la noche del 19 enfilé para la Plaza de los dos Congresos, porque de la Plaza de Mayo a la gente ya la habían rajado a palos y gases. Me encontré con una multitud cantando cánticos que hacía y hago parcialmente míos, y subí a las escalinatas del Congreso, donde minutos después la policía casi mata a un tipo. Y después lo mismo: corridas, la policía tirando cantidades celestiales de gas lacrimógeno, un encuentro casual con Miguel Bonasso en Avenida Callao y Bartolomé Mitre, y el regreso a casa con la noticia de que Cavallo renunciaba y la sensación de que, efectivamente, al estado de sitio se lo metían en el culo.
Cuando pienso en todo esto desde este aquí y ahora no me arrepiento de lo que hice. Puedo sí, admitir que mi lectura política no fue la más acertada, pero creo que la experiencia que vivimos todos los que estuvimos ahí -tanto el 19 como el 20- fue increíble.
Como no reniego de eso, y tal vez puesto hoy en esa situación haría lo mismo (o mucho más), me parece adecuado recordar una situación con rasgos parecidos, sobre todo en cuanto a la valoración de la acción como herramienta de auto y exo transformación: el mayo francés.
Ahora estoy apurado, pero mañana intentaré subir algunas frases, ideas y exabruptos que surgieron de aquella experiencia novedosa, cuyos ecos todavía resuenan en cualquier acción política que pueda iniciarse desde un claustro estudiantil.

15 de diciembre de 2005

Intro(in)spección

Andrajosos pedregullos alardean en mi mirada. Pretendo descartarlos pero mi desconcertada idiotez puede más, y cansina me aleja destilando ignominias.
Cancelo la cara de mi introspección, y me digo que algo habré hecho. Intuyo cobardías, trances, tranzas y colmenas. No por saber incido en mis decisiones. Lo mío está hecho. No pretendo desvelarme. Al cabo de un rato seré de nuevo yo. El mismo idiota.
Al alambique de mi soledad lo inflamo con etéreos y presentes devaneos que pretenden simular lo indisimulable. "Simul": ser otro al mismo tiempo que se es uno.
Y creo que soy otro, y otros también. Creo que soy Todo: el mundo, los pájaros, los depredadores y los cetáceos; el mar, la alondra, el pozo y la montaña. El mendigo. Todo. Soy todo.
Y no soy (nadie).

12 de diciembre de 2005

Ecléctico

Viernes a la noche: Museo Rock, en Liniers.
Mucho flequillo, mucho enterito, mucho rock and roll.

Sábado a la tarde: final del Argentino Abierto de Polo.
Mucho mocasín, mucha chomba, mucho pulovercito en los hombros.

7 de diciembre de 2005

Entiendo

que no entiendo. Y sobre aquello que entiendo intento encontrar la razón para la apariencia del entendimiento.

Sin embargo la parola no distribuye soles. Apaga transistores sin inmolar decúbitos pero no niega la trascendencia atroz de la canalla frívola.
Desciendo.
Inmolo altares desubicados, transferibles, prístinos y oxímoron.
La capable avestruz neblinosa encubre la catapulta azul de mi desalmada muerte.
Y sin embargo sigo.

Esto, señoras y señores es lo que intentaba ser este blog en sus inicios. Ni más ni menos que el receptor de estos exabruptos verbales.

Adieu.

5 de diciembre de 2005

Sal

Cuando el calor empieza a aflojar, el viento a soplar fuerte del sur-sureste, y las nubes se amontonan y se ennegrecen, yo salgo. Al balcón, a la terraza, aunque sea a la ventana.
E inspiro el viento. Y lo huelo. El olor a mar, a sal, a iodo, a salitre.
Pienso que ese viento ha zurcado mares y pampas para llegar hasta mi trayéndome un poquito de todo eso.

O me quedo o me voy, pero esto de andar añorando...

1 de diciembre de 2005

Ayer

No debí haber escrito nada.

30 de noviembre de 2005

Mañana

Tal vez escriba. Si estoy de humor.

Hace años que me siento más intro que extro.
¿Alguna vez empezaré a largar algo?

29 de noviembre de 2005

Hoy

Debería postear algo.

22 de noviembre de 2005

la (des)memoria de la ciudad

Hoy a la mañana estaba por cruzar Libertador para tomar el tren hacia San Isidro en la estación Lisandro de la Torre, cuando sentí en el aire el mismo aroma de los ciruelos que había en el jardín de mi abuela, en Pehuajó, hace muchos años.
Entiendo, en línea con Marcel Proust (y seguramente con muchos otros), que los recuerdos están más atados a los olores, a los aromas y los perfumes, que a imágenes y palabras.
Uno de nuestros sentidos que esta gran urbe más anula, neutraliza y anestesia, es el olfato. Entre todo el smog, la mezcla ensimismada de miles de aromas, las emanaciones fétidas, etc. etc. hacen de esta Ciudad una especie de anti-aroma.
Podemos decir entonces que, de este modo entre muchos otros, también la Ciudad conjura contra nuestra memoria.

21 de noviembre de 2005

15 de noviembre de 2005

Censura no more

Este blog interrumpe su programación habitual para pasar a transmitir en cadena con todas aquellas emisoras consistentes con el apoyo a la libertad de expresión, y en repudio a todo intento de censura en éste, o en cualquier ámbito.

miércoles, octubre 26, 2005
Solicitada
Los abajo firmantes, ciudadanos argentinos que expresamos distintas corrientes de pensamiento cultural, político y social. Ante el desarrollo de las próximas Elecciones Legislativas de Octubre y la evolución de los acontecimientos institucionales que se suceden, puntualizamos que:
1. La ciudadanía hoy demanda un nuevo estilo de hacer las cosas. Los argentinos quieren que se les escuche y se les respete. No quieren que se les regale nada sino que los problemas se solucionen. Se deben hacer las políticas públicas para la gente y con la gente. No de manera complaciente ni paternalista; en una relación de personas que dialogan y buscan las soluciones en el marco de los límites que se reconocen dentro de los valores republicanos. La candidatura de la Lic. PATRICIA BULLRICH a ocupar una banca en la Cámara de Diputados de la Nación refleja en toda su dimensión y profundidad dichos compromisos. Transformándose así en la candidata más representativa del espectro social porteño, al permitir conciliar la eficacia y la honestidad, cuyo divorcio viene creando un fuerte conflicto en la sociedad argentina.
2. El logro de todos estos propósitos hace también, que sea necesario que la candidata reciba un fuerte respaldo ciudadano, sin el cual no se cuenta con la pluralidad parlamentaria que la sociedad argentina reclama. Es decisión de los ciudadanos el otorgar los elementos necesarios para dar un salto hacia el futuro.
Porque estamos convencidos que PATRICIA BULLRICH siente los problemas de la Argentina y de la Ciudad de Buenos Aires en su conjunto y ha demostrado capacidad, honestidad y compromiso con los valores democráticos. Es por eso que depositamos nuestro respaldo a su candidatura a Diputada de la Nación por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y para el resto de sus candidatos al Congreso de la Nación y la Legislatura de la Ciudad.
FIRMAS:
Juan José SEBRELI (Ensayista) DNI 4.346.956
Ernesto SCHOO (Critico de Arte) DNI 4.220.981
Claudio ESPAÑA (Critico de Cine) DNI 4.225.898
Dalila PUZZOVIO (Artista Plástica) DNI 4.482.743
Charlie SQUIRRU (Artista Plástico) DNI 4.139.842
Antonio Elio BRAILOVSKY (Ecologista) DNI 4.555.854
Emiliana LÓPEZ SAAVEDRA (Periodista) DNI 2.383.269
Araceli GALLO (Psicoanalista) DNI 2.020.933
Fabiana ROTH (Actriz) DNI 16.347.895
Charlie THORNTON (Diseñador de Modas) DNI 16.826.753
Diego ALEXANDRE (Artista Plástico) DNI 16.527.789
Susana VIERI (Escritora) DNI 10.838.204
Rodolfo PRAYON (Artista Plástico) DNI 4.401.860
Gilberto REY (Autor) DNI 6.171.814
Eduardo MC ENTYRE (Artista Plástico)

Y después dicen que los gays no se comprometen...

El texto publicado arriba en bastardilla corresponde a la memoria caché de Google. Por lo que está disponible para cualquier búsqueda de información a través del servicio gratuito de dicha empresa. Éste es el origen de lo que podemos denominar EL PRIMER ACOSO POLITICO A UN BLOG EN ARGENTINA. Tan trasnochada actitud proviene de cierta ínfima minoría, carente de representación alguna en las instituciones democrácticas vigentes en el país.
Más allá (y más acá también) de toda ironía, si los autoenrolados en el ejército de censores consideran que éste blog merece ser "denunciado" ante la Policía Federal, por lo que fuera, que lo hagan. Vengan por mí, por todos los demás: los estamos esperando.

14 de noviembre de 2005

10 k

Empecé a sabotearme desde el comienzo, o desde el día anterior podríamos decir, con la compra de zapatillas nuevas, muy lindas, bárbaras, con excelente amortiguación para mi rodilla operada. El resto seguía bastante bien, comiendo bananas, comiendo sano, y con la suficiente antelación a la hora de la carrera. Pero me olvidé el agua para hidratarme en la previa. La dejé en el freezer. La había puesto un rato antes de irme para que estuviera fresca. Pero me la olvidé.
Mi objetivo era bajar mi tiempo de una hora del año pasado. Si bajaba de 55 minutos estaba hecho.
Encima el boludo de Gustavo que no aparecía. Claro, total el se lo tomaba como mera diversión, para tener su remerita, y casi no venía entrenando. No voy a decir que yo estoy en nivel de alta, ni media ni baja competencia pero hace ya unos meses que hago una rutina apuntada a esto en el gimnasio, que corro en la cinta, que salgo a correr, y no iba a ser el domingo el día que me tomara en joda, entonces. Prueba de ello es que tanto el viernes como el sábado me acosté muy temprano.
Cuando apareció traté de ocultar mi fastidio, pero se ve que no me salió. Como él me conoce no me dio bola por suerte. Hicimos el calentamiento y nos dirigimos hacia la

Largada
Como siempre, un quilombo de gente. Lo peor son los desubicados -la mayoría- que no se fijan a qué velocidad van a salir, y después hay que andar pasando, por ejemplo, a una vieja con un perrito.
Nos despedimos, por si las moscas (la convergencia de la largada de esta carrera organizada por Nike, por un lado temporal, con la Cumbre de las Américas y, por otro lado, espacial con la embajada de los Estados Unidos de Norteamérica, nos pareció una combinación BOMBA). De pronto, sin que se haya notado ningún otro signo de largada, la muchedumbre delante nuestro comenzó a moverse. Al parecer se había largado nomás.

1 km
No hice otra cosa que pasar gente. Pasé la marca de este primer kilómetro en 5` 24``. Demasiado rápido si pensamos que yo debo haber pasado por la línea de largada casi dos minutos después de iniciado el cronómetro. Ahora que lo pienso hice el primer km. casi al mismo ritmo que el que ganó la carrera.

2 km
Este lo pasé creo que en 10` 30``. Así que venía igual que antes. Y la misma cantidad de gente. Algunos idiotas corrían por el otro lado de las vallas, poniendo en peligro sus vidas y la de otras personas.

3 km
Lo más divertido fue pasar el túnel de Av. Libertador. Sobre todo a la entrada, donde se ve la marea de remeras naranja bajando la pendiente. Todos gritaban, pero yo preferí guardar el aire. Hasta acá todo bien. No me acuerdo el tiempo, pero seguía más o menos con el ritmo de los dos primeros kilómetros.

4 km
Lo único remarcable en esta etapa fue una vieja que a la altura de la calle Pampa intentó cruzar Avenida del Libertador en plena marea naranja, con su bolsita de los mandados colgada del brazo. Una inconsciente. Espero que haya sobrevivido.

5 km
Ya habíamos dado la vuelta por Monroe para emprender el retorno hacia el punto de partida, habíendo alcanzado la mitad del recorrido, con lo cual me sentía satisfecho y se me le levantó el ánimo. Cinco minutos y medio el kilómetro, con lo cual en términos generales venía muy bien, pero, tuve un pequeño percance: al intentar tomar un poco de agua (sólo quería humedecerme un poco la boca) el agua se deslizó mal y me ahogué. No fue mucho, pero me quedé sin aire por un momento y tuve la sensación de que no podría volver a recuperarme. Decidí bajar un poco el ritmo. Además los pies me estaban empezando a molestar.

6 km
Pasé la marca a 30` 26``. Iba demasiado rápido. Yo me había propuesto hacer en los primeros tres kilómetros un promedio de seis minutos y medio, y a partir de ahí empezar a bajar los tiempos. Pero se me había ido todo al carajo. De todas maneras, y como no conseguía recuperar el aire y los pies me dolían decidí bajar el ritmo. El problema era que bajaba y bajaba y no encontraba ese paso en el cual uno siente que puede seguir por un buen rato más. Encima seguía habiendo mucha gente, y muchos empezaban a pasarme. Para la cabeza, un desastre. Empecé a pensar si no me habría asustado de mi propia proeza. Es que si mantenía el tiempo que llevaba hasta ahora, iba a llegar a la meta en menos de cincuenta minutos.

7 km
Uno de los más duros. Los pies me mataban. Hacía un poco más de calor, y ver a la gente cortar camino me indignó muchísimo y me hizo pensar en qué corno hacía yo ahí con toda esa gente de mierda. Pensé también en que en realidad yo no estaba hecho para correr, y qué era lo que hacía que alguien pudiera correr. Justamente, el que puede correr más es el que no piensa, porque el pensamiento mata la acción, como decimos en teatro. Los pies realmente me estaban doliendo mucho. En una curva un flaco que venía por afuera se me tira encima como tomando por hecho que yo también iba a cortar camino. Casi me paro a cagarlo a trompadas. Acá empecé a pensar en cómo me había saboteado a mi mismo y en por qué lo había hecho. No encontré respuesta. Pensé también en que hago muchas cosas, y todas no se pueden hacer bien: trabajar, hacer teatro, dar clases en la facultad, investigar y escribir, cuidar mi casa. Esto me reconfortó un poco. De repente, me pasa una viejita muy bajita, con unas zapatillas de mierda, y eso fue mucho. Estuve por dejar ahí. Eso me hizo pensar en lo pelotudo que era, en que en realidad las zapatillas me las había comprado para satisfacer un estúpido deseo impuesto por esta sociedad de consumo, y que esa viejita, esa mujer, me estaba demostrando ahí mismo que en realidad todo pasa por la voluntad.

8 km
Y claro, pero si justamente a mi algo me faltó siempre, fue voluntad. De chiquito, cuando las maestras decían “sí, Lucio puede rendir más, mucho más, pero tiene que hacer más esfuerzo”. Pero nadie hacía nada, yo incluído. Si alguien se hubiera dado cuenta y ya de chico me hubieran ejercitado la voluntad, hoy sería otra persona. Sí, seguramente, pero no. Soy yo, tengo 30 años, hasta aquí llegué y estoy corriendo esta carrera. Tengo que terminarla.

9 km
En un momento mis pies no dieron más. Decidí caminar un trecho para ver que pasaba. Por suerte no fueron más de 50 metros. No se de donde saqué la fuerza, pero me dije: “dale, vamos, hay que trotar y llegar hasta el final aunque duela” o algo así. De ahí en más todo fue cuesta arriba. Me mentalicé en pensar menos, en ser más cuerpo y menos mente. Se acercaba el último kilómetro.

10 km
Cuando daba la vuelta en Dorrego para agarrar Libertador y encarar el último kilómetro lo ví a Oscar Cortínez paradito en la esquina, en el pastito que hay ahí, viendo a la gente pasar. El tipo ya había llegado y estaba fresco como una lechuga. Ni me acordaba cuánto habían hecho los primeros el año pasado, pero verlo me estremeció realmente y me dio mucha energía para seguir. Y cuando digo estremecimiento hablo de ese que uno siente en el cuerpo, como un hormigueo. Eso sentí y empecé a acelerar. Aunque me dolían los pies como la puta que lo parió. Aunque me daban ganas de parar y llegar caminando. Empecé a pensar en el yoga, en que lo importante era el presente, en que no era ni cuerpo ni mente, sólo vibraciones exquisitas. Se me dibujó una sonrisa en la cara que quedó disimulada como una mueca de esfuerzo para tomar aire en los metros finales. Estaba llegando a Sarmiento. Había gente en gradas al costado de la calle. Pensé en que nadie me esperaba, no se por qué. Corrí los últimos metros. No recuerdo haber sentido dolor. Levanté los brazos al cruzar la meta. No se si llegué a dibujar la V con los dedos. 54` 24`` decía el reloj. Después supe que mi tiempo había sido de 53` 38``.

7 de noviembre de 2005

A la hija del chocolatero

Se me vino encima y lo atajé con el pecho, a lo macho. Empezamos a discutir, pero vinieron mis amigos así que el tipo se calmó, sus amigos lo metieron de nuevo en el auto y siguieron su camino. El tipo era petiso pero macizo. Volvimos a nuestra baranda, mis amigos putéandome y yo dando explicaciones pelotudas. Todos pensábamos que todo había pasado y que había sido una boludez y listo. Estábamos equivocados. En ese momento apareció lo que se llama un “rolinga” y nos dijo “vieja, si se pudre estamos con ustedes eh, esos son amigos de los patovas pero los vamo´ a matar”. Qué buena noticia. Bah, una buena y una mala.
No fuimos tan boludos en no controlar que hacían los tipos en el estacionamiento, pero sí se nos escapó que los que venían en el auto de atrás también eran amigos de ellos.
Como decía, desde la baranda los veníamos venir con una trayectoria que no colisionaba con nuestra posición, así que estábamos tranquilos. Pero, como las acciones humanas no son predecibles, nuestro pronóstico falló, y la trayectoria luego de cruzar la baranda tomó un claro sesgo hacia la dirección en la que nos encontrábamos. Sin contar que el grupo del otro auto venía recorriendo una trayectoria simétrica por el otro lado del estacionamiento.
Consecuencia: el tipo se me vino encima de nuevo. Diferencia: a las tres palabras revoleó una trompada que esquivé y le dió de lleno a Beto, el más livianito de mis amigos, que dibujó una perfecta parábola de varios metros de largo. Y aquí verdaderamente, aquí sí, comenzó la hecatombe a la que me refería unos párrafos más arriba.
A mi me agarraron entre dos, pero no lograban pegarme así que uno me agarraba de los pelos y el otro me arañaba toda la cara tratando de que no me escapara.
Para esto alrededor mío se había desatado una verdadera batalla campal.
Beto tomó carrera y le dijo a Gabriel -que intentaba sacarme a los tipos de encima- que se corriera. Le metió tremendo puntinazo justo en el huesito dulce a uno de los que me agarraba. Con esa ayudita logré zafarme de esos dos, pero grande fue mi sorpresa cuando al tratar de ponerme un poco en situación, siento de pronto un fuerte golpe en mi cabeza y un líquido que empieza a descender desde mi cuero cabelludo. Era cerveza. Me doy vuelta, y una de las minas con las que estaba el chabón del inicio, me había dado -paradojalmente- un latazo en la cabeza.
Como decía, a nuestro alrededor se desarrollaba una batalla campal. Se habían sumado los rolingas, y veíamos venir corriendo desde la puerta de los boliches a los fornidos patovicas. Por suerte Beto tuvo un momento de sensatez y nos fue buscando al resto con este elocuente mensaje: -rajemos que se arma la gorda.
Así fue como apareció Fabián, el más grandote de nosotros, que estaba agazapado detrás de un árbol. Uno a uno nos fuimos juntando, hasta que completado el grupo comenzamos la retirada. Como mi amigo Beto se había quedado con la sangre en el ojo por la trompada que había ligado, nos hizo esperarlo mientras él iba y les dejaba a los tipos un recuerdito de la llave de su casa en la chapa del auto. De guardabarro a guardabarro. Una pinturita.
Mientras nos íbamos veíamos el fragor de la batalla, los cuerpos que volaban. Parecía un cuadro de una historieta de Ásterix. Y así, señoras y señores, este cuento, se ha terminado.
Siempre me quedé con la intriga de saber que habrá pasado, quien habrá ligado más -si los rolingas o los patovas, porque aquellos eran muchos, de ver la cara de los tipos al encontrar el auto. También me hubiera gustado presenciar el momento en que todo se termina, y al disiparse la riña, yo, el que había originado todo, no estaba. En fin, nunca lo sabré, pero que se armó un lindo bolonqui ese día por mi culpa, no se puede negar.

Update: gracias Ad por la memoria...

28 de octubre de 2005

A la lata, al latero

Año: ya ni recuerdo. Atando cabos puedo decir que sería allá por el ´95. Yo tenía veinte años. Uno está bastante al pedo a esa edad. Tan al pedo estábamos con mis amigos que un sábado a la noche nos fuimos a los Arcos del Sol (no recuerdo si ese era exactamente el nombre), ahí, en Palermo, detrás del KDT y al lado de la pista de manejo del ACA. Y simplemente nos recostamos contra la baranda que había como límite entre la calle a la que daban todos los boliches y el estacionamiento.
Yo andaba con una onda mezcla entre ecologista y anti-porteños. Y estaba al pedo.
Los autos pasaban despacito, haciendo facha. Pasa uno -no me lo olvido más, un Renault Clio negro con vidrios polarizados- y el tipo que venía en el asiento del acompañante revolea una latita de gaseosa vacía, que vino a caer justo dos metros delante mío.
Ese instante, una milésima de segundo, una fracción de energía en el universo de tiempo y espacio, lo decidió todo. Lo que vino después se originó allí. En la latita cayendo, en mi mirada, en mi dejar la cómoda posición de recostado en la baranda para levantar la latita, acercarme al auto, y decirle al flaco mostrándole el recipiente: “che, ¿por qué no la dejás en el auto y después la tirás cuando encuentres un tacho?”
Es conveniente aclarar en este instante del relato, que en ese momento no hacía uso de drogas, y en esa noche en especial no me encontraba notoriamente alcoholizado.
El flaco me miró con una cara muy asquerosa, de mucho desprecio, de mucho “me cago en todo”, y en realidad creo que esto -después de aquel instante en que la lata cayó al piso por vez primera- fue también muy decisivo en la concatenación de hechos que se sucedieron a partir de aquí.
Podría seguir con elucubraciones sobre lo trivial de las decisiones, la inmadurez, la sincronía de los encuentros en vidas aparentemente disociadas, pero lo que al lector le interesa es que el tipo agarró la lata que yo esgrimía en mi mano, y volvió a revolearla a la calle. Ni me acuerdo si dijo alguna palabra. Tal vez haya gruñido.
Esto tocó mi amor propio, pero también mi amor por la civilización, por el urbanismo y el sentido común; tanto, que me di vuelta, caminé nuevamente hasta el recipiente metálico, lo levanté, volví sobre mis pasos y lo arrojé al interior del automóvil.
Aquí sí. Podemos decir que aquí empezó la hecatombe (en cualquiera de sus dos acepciones: 1. Desgracia, catástrofe y 2. Sacrificio solemne en que es grande el número de víctimas). Desde aquel día juré que nunca más dejaría -en este tipo de situaciones- que mi contrincante abriera la puerta del auto. Juré que empezaría a las trompadas por la ventanilla.
Pero esa última vez el tipo abrió la puerta y salió.



Utilizando la técnica de Jack, el que quiera saber como terminó todo, vuelva en unos días y contaré el resto.

20 de octubre de 2005

La travestidad al palo

Jueves a la mañana. Salgo del subte, llego a la esquina de Corrientes y Uruguay, y entre el montón de gente sobresale una persona rubia, alta, campera de jean cortita, y tanguita minúscula metida en el orto que se trasluce en la pollera de gasa multicolor.
Mi primer pensamiento fue: "¡que vulgar!". Después le miré el culo: demasiado cuadrado. E inmediatamente pensé: "es un travesti". Pero no había forma de verificarlo. Por ahí gira la cabeza, y se ve una nariz minúscula -de cirugía estética- y una boca llena de colágeno. Seguía sin poder verificar si era mujer, o travesti.
Si era mujer, la verdad que ¡pobrecita!, porque su estética era chabacana y, justamente, de travesti. Lo cual es -para mí- realmente poco atractivo. L@ pasé por un costado y seguí caminando, y seguí reflexionando.
Qué es lo que hace que la estética de un travesti pueda estar tan cerca de la de una mujer. O mejor dicho, qué es lo que hace que una mujer pueda desear lucir como un travesti. Y ahí nomás pensé: qué es lo que hace atractivo para un hombre a un travesti, con una estética tan chabacana y tan poco femenina, al fin y al cabo.
Relacioné estos pensamientos con algo que leí o charlé con alguien sobre el hecho de que los hombres (y de rebote muchas mujeres) piensan la sexualidad de las mujeres desde el punto de vista de su propia sexualidad, girando alrededor de su sexualidad masculina. El ejemplo era, que los hombres piensan que si otro hombre le mete los cuernos a su mujer, es porque debe estar poco satisfecho, debe tener ganas de divertirse, etc.; en cambio, si una mujer le mete los cuernos a su marido, deber ser para cagarlo, para hacerlo sufrir. Me parece que es claro, ¿no?
De ahí a entender cuál es el atractivo de los travestis para algunos hombres hubo solo un paso.
A ver si puedo explicarme:
Un travesti es un cuerpo (y en algunas cosas una psiquis) de "mujer" alrededor de un falo, de un pito, es decir que vendría a consistir en la sublimación de la sexualidad femenina con eje, o centro en la sexualidad masculina.
Mi pregunta después de pensar esto es ¿Qué es lo que hace que un hombre desee a un travesti, y no pueda ver que lo que está funcionando es este mecanismo en el cual en realidad desea a un hombre? Es decir, si alguien que se considera homosexual me dice "sí, me gusta estar con travestis como otra forma de desarrollar mi sexualidad", me parece lógico. Pero que un hombre a quien le gusta acostarse con travestis, se considere hétero, no lo entiendo.
Escucho críticas.

18 de octubre de 2005

Erecciones 2005

La cercanía de estas elecciones me hace reflexionar sobre la democracia, sus problemas, sus aspectos positivos, y sus puntos oscuros.
Hablar de política no necesariamente implica hablar de elecciones, eso lo tengo claro, pero negar a las elecciones su virtualidad sería dejar de pensar a la democracia tal cual hoy existe.
La democracia es el mejor sistema de gobierno desarrollado hasta ahora, y como no conozco otro que me parezca superador, intento día a día tratar de contribuir a mejorarla.
En este sentido, entiendo como muchos otros, que existe en este presente de comienzos del Siglo XXI una verdadera crisis de representación -enmarcada en muchas otras variables- que llevan al común de la gente a desconfiar de la democracia.
Esta crisis de representación tiene varios aspectos, objetivos y subjetivos.
Por un lado los partidos efectivamente han dejado de “representar” a grandes masas (un gran problema, este de las masas, al que la humanidad deberá hacer frente tarde o temprano) para pasar a “presentarse” frente a ellas buscando sólo el voto. Por el lado de quien hasta hace unos años podía ser llamado “ciudadano”, la política se ha alejado de su esfera de acción, y entiende que su única forma de tansformar la realidad es a través del voto, y siente por ello, que éste es importantísimo.
El mito evita que pueda verse la realidad de las cosas.
Las encuestas de opinión ayudan a esta mistificación.
El voto no es lo más importante en una democracia. Pero si aprendiéramos que el voto no se pide ni se presta, sino que se piensa desde lo más íntimo de nuestras convicciones, los resultados electorales deberían mostrar toda la gama de diversidad que existe en nuestra sociedad. Y eso no puede ser malo. Nos engañan cuando nos dicen que una democracia con una legislatura atomizada y dividida es débil. Es débil porque no pueden ponerse de acuerdo, porque no “representan”, sino que se presentan.
Por eso, vuelvo a unas frases que usamos hace un tiempo en el país de nunca jamás: “votá lo que puedas, construí lo que quieras” y “todo lo que votes podrá ser usado en tu contra”.
Para terminar, quiero traer a la memoria de todos ustedes el movimiento “501-política más allá del voto” que proponía abstenerse de forma legal en las elecciones presidenciales de 1999. Ese movimiento fue criticado y atacado en su momento, pero en las elecciones legislativas del año 2001 el abstencionismo de la clase media argentina -que ahora ya no lo rechazaba-, expresado en el “voto bronca” conspiró para que cambiara el escenario político, y devolverle protagonismo al PJ, lo que derivó en la crisis de diciembre de ese año. Esa forma de votar fue una de las peores metidas de pata, de las peores lecturas del escenario político, estúpida e infantil, porque no es lo mismo abstenerse en elecciones presidenciales, que en legislativas, ya que en estas últimas lo que queda distorsionado es el órgano más democrático del sistema político: el parlamento.
Es evidente que en los resultados electorales se ve a las claras una característica de las masas: el rechazo al cambio. Mi propuesta es que busquemos ese cambio, que votemos a conciencia para cambiar esto. Imagínense qué pasaría si la gente el domingo, en vez de votar a los tres candidatos que van ganando en las encuestas, votan a 10 candidatos, con un 10% cada uno. Eso sí que sería un despelote para los que creen que tienen “la sartén por el mango”.
En fin, ¡salud!, y a votar con alegría. El que llegó hasta el final se ganó un chupetín.

14 de octubre de 2005

Primavera 1000

La de la blusita suelta que cae como con plomada desde las tetas.
La del corpiño de encaje que se trasluce bajo la remera.
La del escote de esos que nos hacen desear la caída libre.
La de los pezoncitos que se yerguen bajo la solerita rozagante.
La de la tanguita que se marca en el pantalón.
La del pantalón de tiro bajo, tan bajo que...
La de nariz prominente, que anticipa un culo de esos que son para poner en un cuadro.
La de la minifalda que me exhibe esas piernas dignas de ser acariciadas durante horas.
La del tatuaje justo sobre el hueso sacro.
La de pelito corto, con lo que me calientan las de pelito corto.
Aquella otra que tiene manos delicadas.
La del arito en la nariz.
La que no es hermosa ni mucho menos pero tiene mucha, muchísima onda.
Todas, sepanló, todas me calientan en esta primavera porteña de sol y cielo celeste.

7 de octubre de 2005

La dignidad de los nadies

Empecé a leer "Los Mitos de la Historia Argentina 2 - de San Martín a "El Granero del Mundo" de Felipe Pigna.
Más allá de ciertas cuestiones para mí criticables como el sistema de citas o el hablar de derechos humanos en relación a hechos que ocurrieron hace doscientos años, el libro me parece bueno y, en fin, un buen rejunte de citas y fragmentos de documentos históricos.
Tanto que me emociono.
Me emociono cuando leo sobre cosas hechas, o dichas, o escritas por San Martín, por Bouchard, por Güemes. Me entero también de que un montón de calles de Villa Crespo como Padilla, Castillo, Warnes, Camargo y Muñecas, deben sus nombres a verdaderos mártires de la independencia que lucharon en el Norte de lo que ahora es Argentina y el Sur de Bolivia, con pocos recursos y mucho espíritu.
Entiendo por qué a pocos años de aquellas verdaderas epopeyas se intentó dejar fundidos en el bronce a aquellos héroes que de la nada, en un país despoblado, con una naturaleza agreste, tuvieron el atrevimiento de pensar una nación; libre, justa y soberana.
Pero leo también sobre los cipayos de siempre, dispuestos a entregar y entregarse con tal de tener el favor de los más poderosos. Y los apellidos son siempre los mismos: Alvear, Posadas, Rondeau, Rivadavia, Alzogaray, Martínez de Hoz.
Nuestra historia parecería haberse dibujado en base a las mezquindades de los poderosos de turno (que son los de siempre), zofrenados por la dignidad de los nadies.

3 de octubre de 2005

Campos verdes

Me fui al campo. Lo necesitaba. Hace bastante tiempo.
Dormí la siesta tirado en el pasto, al sol, con los perros que también dormían plácidamente a mi alrededor después de haber comido todos el asado hecho con leña, que ayer le dió a la carne un gusto mentolado.
Me agarré a un árbol enfermo, para ayudarlo a mejorarse, y el me ayudó a mí por cierto, porque mis pies desnudos sobre el pasto y la palma de mi mano apoyada en su corteza hicieron de puente hacia la tierra, con la que necesitaba conectarme desesperadamente.
Anduve a caballo, y me sentí uno con el mundo.
Y observé a los pájaros, que parecían disfrutar de la vida tanto como yo.
Contemplé la vía láctea, zurcando el cielo azul renegrido de la noche, y me sentí ínfimo y maravilloso a la vez.
Llené mis pulmones con el aire más puro que se pueda respirar, y por suerte, me traje bastante como para que me dure hasta la próxima vez.

27 de septiembre de 2005

EDITORIAL II o nos siguen cocinando despacito

El 5 de julio pasado escribí sobre la desorbitante suma que gastaban los países del G-8 para "garantizar" la seguridad de sus dirigentes en la cumbre que se realizó en Escocia.
Hoy leo en Clarín que el gobierno argentino decidió desviar 25 millones de pesos para reforzar la seguridad en la Cumbre de las Américas que se realizará en noviembre en Mar del Plata.
Y surge la misma pregunta, pero aún más obvia, más evidente su razón de ser: ¿Puede un país con las tasas de miseria que presenta Argentina al día de hoy destinar esa cantidad de dinero a la seguridad de unos pocos burócratas que no harán más que discutir los temas que los poderosos Estados Unidos de Norteamérica permitan incluir en la agenda? Mi respuesta es no, un "no" rotundo, abismal, gritado desde el fondo de esas calles de tierra en que las que cuando llueve la miseria rehoga su caldo.
Y pienso que todos deberíamos decir que NO, que basta, que ya no somos nenes de pecho para que nos vengan a decir que somos "derechos y humanos", que "la casa está en orden", que "viva el salariazo y la revolución productiva", y que "Argentina es un país en serio"; deberíamos informar que vamos a tomar al destino en nuestras propias manos, que vamos a salir a hacerle frente con la argentinidad que supimos conseguir -con sus cosas buenas y sus fantasmas-, pero que, sobre todo vamos a poner el pecho.
Es entonces cuando de a poco se acalla mi corazón delirante, y entro en la (sin)razón de que quienes promueven la adultez -tanto desde el discurso como desde los hechos-, son sólo algunos inocentes grupos piqueteros, organizaciones independientes, algún que otro partido de izquierda, y ahí nos quedamos.
Y que frente a eso están los medios masivos de comunicación y -tal como creo recordar dijo Marx en el 18 Brumario- los muertos y la sangre de esos que estuvieron antes, sangre que se ha hecho cáscara, escara y cicatriz de luchas, que siempre, siempre terminaron en la derrota de los más débiles.

26 de septiembre de 2005

Como Pininfarina

Cuando era chico tenía mucha imaginación, tanta que a veces me paraban el carro. Era un poco delirante, se podría decir. Armaba historias con argumentos inconexos, contaba las películas que veía en el cine escena por escena. Me importaba un bledo el argumento.
Desafortunadamente nací en una familia (incluir aquí, a la muy cercana y a la no tanto) en la que no estaba bien visto ser tan imaginativo. El año en que nací, la época en que me tocó crecer en mis primeros años, tampoco fueron los indicados para ser un niño "imaginativo". Una lástima.
Entre ellos -mi familia-, la educación formal, y mis demás circunstancias, lograron que fuera lo que hoy soy: un mediocre profesional, un mediocre tentativo-pensador, un mediocre actor, un mediocre amigo, y un mediocre amigo-pareja-amante.
Ya sé que los de afuera no lo ven así, y que algunos hasta piensan que soy un buen profesional, que tengo buenas ideas y que sé expresarlas, que actúo bien para la poca experiencia que tengo, que soy buen amigo y que mi chica me ama como a nadie en el mundo (lo cual es verdad, y yo la amo a ella de la misma manera).
Pero mi sensación es que todo lo hago a media máquina: trabajo a media máquina, pienso y escribo a media máquina, actúo a media máquina, quiero y amo a media máquina. Y lo peor de todo es que en lo más profundo de mi ser siento que el terreno que perdí no puedo recuperarlo, y a veces llego hasta a pensar en matarme.
Como en todo, en eso también soy mediocre, así que nunca lo puse en práctica.
Tal como dije antes (no sé cuando, pero lo dije), la realidad no es ésta. No está ni tan allá, ni tan acá.
La única manera de probar que lo que digo no es así, es empezar a meterle con todo: laburar hasta que no dé más, escribir hasta que me ardan las pestañas, actuar dejando siempre hasta la última gota de mí, amar como si todo fuera a terminarse mañana, pero no sé si entonces estaré satisfecho.
Dibujaba autos, muchos, cientos de miles de autos. Quería ser diseñador, como Pininfarina.

16 de septiembre de 2005

Luz de giro

Estoy pensando (sí, en este preciso instante) qué corno escribir, es decir, mejor dicho, sobre qué escribir. Las ganas las tengo. Expresión de ello son las dos frases anteriores.
Últimamente ando muy legalista, o normativista más precisamente, me estoy volviendo a politizar y siento que eso es bueno, aunque espero que no sea sólo porque en un mes y pico hay elecciones.
A la política yo la entiendo en nivel micro. Sé que existe una macro-política, pero para llegar a esa, para incidirla, para cambiarla, para mejorarla, antes hay que pasar por la chiquita, la de la baldosa, la de la cuadra, la del edificio, la del barrio, la de la ciudad.
Y entonces aparece como un agobio, de pensar en cuánto es lo que hay que cambiar.
Pero después me pongo a pensar en que el cambio es exponencial muchas veces, y el cambio que yo logre se multiplicará y se transformará en poco tiempo en algo palpable, algo a lo que todos contribuiremos para que ande mejor.
Por caso puedo poner algo muy micro, algo estúpido tal vez, pueda sonar. Para algunos. Eso espero.
El guiño. Usar la luz de giro cuando se maneja. Cuánto facilita la conducción, cuánta atención, tensión nos ahorra una lucecita titilante (anda no anda anda no anda, dice el gallego del cuento).
Sin embargo no muchos lo comprenden.
Yo igual uso el guiño, hace años ya. Y hace un par empecé a usarlo también para cambiar de carril en la autopista.
Desde aquél momento en que empecé a usarlo constantemente hasta ahora noto que muchos -que no son tantos, ni son suficientes- lo usan también. No me la creo la de que sea exclusivamente por mí, ni mucho menos, pero en algún rinconcito de mi corazón hay un calorcito muy tenue, de haber contribuido en algo.
Ejemplos como este puedo poner en miles de cosas: algunas normas de cortesía o de convivencia (Hace un tiempo publiqué unas instrucciones para el buen uso del ascensor, y otras para la realización de colas de espera). Muchas normas de tránsito, como prender las luces en la ruta, o cuando llueve mucho. El fin es siempre el mismo: hacerle a los demás la vida más fácil.
Ahí está, ese es mi concepto de la política: la herramienta que nos permite hacernos la vida más fácil unos a otros. Claro, algunos la usan mal, y nos la hacen más difícil, pero creo que no nos va a llevar mucho hacerles entender.
Y termino acá, porque es viernes, y prefiero sentirme optimista.

12 de septiembre de 2005

Neo Busca Incorporarte

Sabemos que están ahí,

podemos sentirlos ahora.

Sabemos que tienen miedo

miedo de nosotros

miedo al cambio.

No sabemos que nos deparará el futuro,

no venimos a decirles como va a terminar esto.

Venimos a decirles solamente como va a empezar.

Queremos mostrarles que otro mundo es posible,

un mundo sin riesgos ni controles,

sin fronteras ni límites.

Donde vamos después, es una decisión que les dejamos a ustedes.



7 de septiembre de 2005

La ilegalidad al palo

Al entrar al vagón el vendedor anuncia a los gritos que tiene todos los títulos. Que algunas películas incluso están en cartel actualmente. No se asusten, no vengo a discutir aquí mi teoría que dice que "el cine hay que verlo en el cine".
El pasajero -clase media, claramente- que lleva colgado de un hombro un bolsito que en su costado dice algo sobre el nonagésimo congreso de naraldisiología, se acerca y pide que le muestre. Escucho que el vendedor enumera títulos de películas para chicos. El pasajero elije KungFusión, y la lleva.
Tampoco quiero discutir sobre cuán pro o anti sistema es piratear o fomentar la piratería de películas, software, etc.
Lo que quiero traer a la luz aquí, como si mi blog fuera el reflector en el teatro, que nos muestra cosas que de otro modo no veríamos, lo quiero apuntar, decía, es justamente, que este alarde de ilegalidad, se desarrolló a plena luz del día (en realidad del subte), en medio de decenas de personas, que ni se inmutaron y a quienes -lo que es peor- la escena les habrá parecido de lo más normal y cotidiana. A mí no.
Tenía ganas de preguntarle al señor, y a algunos pasajeros, si tenían conciencia de la ilicitud del acto que aquel acababa de realizar y estos de presenciar, pero preferí seguir con mis elucubraciones y no meterme en problemas.
Mi nariz rota está sirviendo mucho de excusa, últimamente, pero no va a durar para siempre.

1 de septiembre de 2005

Que el mundo fue y será una porquería...

En las fotos incluídas en el informe de Clarín, sobre las consecuencias del huracán Katrina, sólo se ve a negros (tardé un poco en escribir esto, pero no soporto la hipocresía) en el papel de damnificados y evacuados. En una de las fotos aparece un blanco, eso es todo.
No es que me llame la atención, siempre en las catástrofes naturales los más afectados son los pobres, pero tal vez no se note a simple vista. Ahora entiendo por qué la preocupación por los saqueos y el caos. Son los ricos y acomodados que temen que la turba los desposea.
Aquí va una imagen de ejemplo que me impresionó de entrada: arriba del tanque los soldados, armados, poderosos, blancos; abajo, urgidos, mirando hacia arriba como en plegaria, necesitados, negros.
Cuándo los norteamericanos hablan de un país justo ¿De qué país nos hablan?

26 de agosto de 2005

Rinoscopía

En casa hay un ventanal hermoso y enorme, por el que entra mucha luz. Tan enorme es, que hay algunas partes, allá, por arriba, a las que no se puede llegar.
El martes llovió muchísimo en Buenos Aires. Cuando llueve, por algún lugar del ventanal el agua logra escabullirse. Así que el martes entró mucha agua.
Junto al ventanal hay una escalera, con escalones de madera que plastifiqué y atornillé yo mismo.
La combinación de la lluvia, el ventanal y la escalera fue luctuosa.
Era la mañana temprano y yo venía bajando, medio dormido. Apoyé el talón en un escalón, y fue entonces cuando dejé de ser dueño de mi cuerpo para convertirme en siervo de la fuerza de gravedad. No había de qué agarrarse, todo estaba mojado. Lo primero que sentí fue la dureza de cada uno de los escalones que golpeé con mi espalda. Y seguía bajando, ahora en plano inclinado.
Esto que puede parecer largo, duró en realidad milésimas, centésimas, décimas de algún segundo quizás. El estado de (in) conciencia en el que uno entra en esos momentos es increíble. La cantidad de palabras, imágenes y pensamientos inconexos que aparecen, pasan y se van de nuestra mente no pueden medirse en parámetros normales.
Voló la maceta que había puesto hacía pocos días en un borde de la escalera. Mientras yo caía escuchaba todos y cada uno de sus pedazos: caer, rebotar, tintinear, descansar.
Al llegar a la parte de abajo inenté esquivar la pared, esa en la que la escalera da vuelta hacia la izquierda, para terminar en dos breves escalones.
Casi llego. “Casi” puede traducirse en: “mi nariz”. Pegué fuerte. Muy fuerte.
Tuve conciencia de la fractura desde el primer momento.
Cuando llegué al piso puteé. Me agarré la nariz y la acomodé. No se por qué, no hay razón, pero puedo adelantar que salió bien.
Esto se hizo muy largo. Yo quería escribir sobre el dolor. Y sobre la adrenalina.
Quienes tenemos tatuado el cuerpo sabemos del estrecho límite que separa el placer del dolor.
El otro día lo viví de manera distinta, involuntaria.
Cuando la adrenalina empezó a licuarse, a dejar de hacer efecto, comenzó a aparecer el dolor, y es entonces cuando uno quiere volver a vivir ese momento, ese que le hizo librerar esa sustancia que le hizo dejar de sentir, y a la vez sentir todo mucho más intensamente.
Cuando el dolor se iba retirando -decía- empecé a sentir los dientes adormecidos, como cuando ya tomaste bastante merca, y te empieza a bajar. Igualito.

19 de agosto de 2005

Después de las golondrinas

Habitan ese lugar que para el resto,
que no es como ellos,
es sólo un lugar de ida y vuelta...

Mientras todos pasan,
ellos viven y reviven.
Desierto de cuerpos en tránsito

Los observo hace meses.
En mi interior los saludo, y armo puentes

Uno marrón y negro,
el otro blanco, con algunas manchas aquí y allá
Aquel estaba primero,
y aceptó la compañía del otro.

Tienen cuatro patas.
Pobrecitos los que pasan,
sólo mirándolos
pensando que no tienen alma.

Estas palabras -ya que no me animo a llamar a este amasijo poema- están dedicadas a dos anónimos canes que habitan la Plaza de Mayo.

9 de agosto de 2005

Encuentros cercanos del peor tipo

Un post de Naty, me hizo recordar esta anécdota:

La conocí de manera particular. Cursaba una de mis últimas materias en la facultad y por razones que no viene al caso detallar aquí, lo hacía con la que hasta algunos meses atrás era mi novia. Se dio la casualidad de que nos cruzáramos en algunas otras oportunidades fuera de la facultad, y que además ella cursaba otra materia junto con mi ex, lo cual la acercó a mí y permitió que intercambiásemos pareceres y miradas.
Debo decir -aquí sí- que F. me resultó muy atractiva. Ojos grises, pelirroja (después me enteraría de que no era su color natural, lo cual confirmó que le quedaba muy bien y alguna otra cosa más), un cuerpazo, hincha de Boca, y dos cualidades para mi importantísimas: la de llamar la atención apenas entra en cualquier lado, y ese dejo de melancolía en el rostro que me atrae particularmente. Incluso hoy día, después de un año de aquella experiencia, recuerdo más sus maneras, sus miradas, y algunas palabras, que su cuerpo. Lo cual habla de la nobleza de mis sentimientos hacia ella. Nobleza de la cual creo, ella nunca supo o quiso saber.
El hecho es que estábamos llegando al final de la materia y yo no había intentado ningún acercamiento. Tanto se acercaba el final que llegó el día del segundo parcial y yo, nada. Yo ya había arreglado con mi ex (gran error), que ese día después del parcial iríamos a tomar un café para charlar (lo cual no quitaba mis ganas de acostarme con ella). De los tres -por la inicial del apellido- yo rendía primero, después (bastante después) le tocaba a F., y después a M.
Cuando salí me senté en un banco al lado de la puerta del aula y pensé: si no hago algo hoy, ya está, fué.
F. Salió del aula y me pareció que no me había visto sentado en el banco. Caminaba con sus piernas largas hacía el otro lado del pasillo. Como en la Facultad de Derecho los pasillos forman un cuadrado, me levanté y salí corriendo a dar la vuelta para el otro lado, no fuera a ser que se me escapara. Al verla, en el vértice opuesto al del aula donde tomaban exámen, bajé la velocidad, el ritmo de mi respiración, e hice de cuenta que nos habíamos cruzado de casualidad. Creo que no hablamos mucho hasta que de la nada le pedí el teléfono. Sabía que no podía invitarla a tomar algo porque ya me había comprometido con M.
“Pero vos tenés novia” me dijo. Le repetí –porque creo que ya se lo había dicho- que no éramos novios aunque –admití- la situación pareciera un poco bizarra. Finalmente aceptó darme el teléfono y se fue.
Ahora viene la anécdota: M. terminó enseguida y a mí no se me ocurrió que pudiera llegar a pasar lo que pasó: al ir a cruzar la avenida Pueyrredón junto con mi ex, la veo a F. en la parada del colectivo que está enfrente, mirándome. Todavía recuerdo su cara y mi sonrisa.
La llamé alguna vez después de eso, y se me ocurrió que una buena manera de acercarme a ella de forma natural sería verla el día que firmaban las libretas (aunque yo nunca en mi vida hice firmar mi libreta).
Eso fue un jueves. La encontré en la facultad, y le dije “oh, que casualidad, yo nunca hago firmar la libreta pero hoy andaba por acá...(¿?)” y la invité a tomar algo. Todo muy natural, pero el hecho importante es que nos quedamos en un café charlando (¡yo no comí nada!) como hasta las once de la noche.
Me ofrecí a acompañarla, pero se negó. Ella vivía en aquel entonces en Banfield.

8 de agosto de 2005

Quase um segundo

Buenos Aires, Miércoles 3 de agosto de 2005, 17.45 PM.
La Ciudad y yo apuradísimos. Ella, como siempre, yo, porque estaba llegando tarde. Como siempre.
Nunca ando en auto por el centro de la ciudad un día de semana, pero ese día había tenido algunas cosas que hacer para las cuales necesitaba al cuadrúpedo metálico, así que en eso andaba.
Voy por Arenales, cuando al dar la vueltita esa que pega la calle gracias a la locura del trazado de esta urbe en Uriburu, lo veo.
Ahí estaba. Enorme. Como nunca lo había visto. Juro que nunca lo había visto así.
Colgando su corpulenta redondez de quién sabe que cuerda estelar. Colándose justito justito en el hueco que dejaban los edificios al dar paso a la calle.
Después de un rato empecé a escuchar los bocinazos, las puteadas de los tacheros, las aceleradas frenéticas, a notar a la gente que caminaba por las veredas, que me miraba azorada.
Puse primera y salí, con una de mis mejores sonrisas de los últimos tiempos y las pupilas llenas de luz.


5 de agosto de 2005

Vida siempre



Me gusta de mi vida esta capacidad para pasar de tratar un tema trascendente y peliagudo, de cierta complejidad e importancia, a las banalidades y nimiedades más superficiales. Creo que de eso se trata la vida ¿no?
Por ejemplo, hoy estuve leyendo un artículo en Le Monde Diplomatique sobre el negocio del miedo, cuyo autor explica su tesis de que se está dando una transformación en los países del primer mundo occidental, en la que la militarización y el armamentismo se están replegando puertas adentro, por lo cual la policía -que en los países del primer mundo nunca estuvo militarizada como acá- está comenzando a hacerlo (en equipamiento, técnicas y competencia).
Un rato después, sentado en un bar, escuchaba una canción de The Cure (no se cuál) y, gracias a que el sonido era emitido en una frecuencia particular, la voz de Robert Smith no se oía, y me dije: “Qué importante es la voz de Robert Smith en The Cure. Sería otra banda...”

2 de agosto de 2005

El vocabulario que supimos imponer

Hace algunos años y siendo yo adolescente, gracias a mis incursiones en el mundo "payuca", es decir, mi contacto con jóvenes del interior del país, incorporé a mi vocabulario como muletilla, la exclamación "¡obvio!", al final de frases, o como aseveración al estilo de los usadísimos "aha", "mirá vos", etc.
Al principio hubo cierta resistencia de parte de mi círculo de amigos, que me decían cosas como "¡che, pará con el "obvio" que me tenés podrido!" a lo cual yo respondía "¡obvio!".
Con el tiempo pude ver que esta muletilla creció y creció en su uso, hasta hacerse muy masiva. Tanto como para poder ver personas y personajes en radio y televisión utilizando la referida interjección sin ningún tipo de reparos.
De este mismo modo entiendo que a partir de mi círculo de amistades hemos impuesto la utilización de la expresión "¡qué amor!", también en su variante "¡un amor!", y el ya conocidísimo "nada", al principio o al final de las oraciones. Niego desde ya, todo vínculo entre tal expresión y el "tipo nada" que ha bajado desde las clases más altas de nuestra tilinga sociedad para imponerse a través de la mofa en los medios de comunicación.
Bueno, nada, eso es todo lo que quería decir en este post. ¡Un amor! ¿no?
¡Obvio!

29 de julio de 2005

Descubrimiento

Estoy en un ciber. Entré a chequear mis mails porque vine a la guardia del Italiano para que me den algo para esta gripe que me tiene podrido. Ya es la segunda del año.
La cuestión es que entré aquí en mi blog y, oh sorpresa, no se ve mi último post. Magia, hechicería, vudú, llámenlo como quieran pero así es. Entonces caí en la cuenta de que tal vez a mucha gente le pase que no ve mi último post. Es más, tal vez todo esto sea en vano, porque algunos no podrán leerlo, hasta que yo haga mi próximo post, y entonces el anteúltimo será el último, y el último seguirá sin existir.
¡Qué quilombo! Mejor me voy a meter a la cama. No sin antes chequear si este post es visible o no.



¡Ja! Se ve, el hijo de puta es visible. Por eso, mejor me voy a la cama...

26 de julio de 2005


En mi cuaderno también. Siempre me costó volver a escribir después de un tiempo sin hacerlo.
Esta vez tengo además la presión extra de que hubo un atentado en Londres en el que murieron muchas personas. Y sin embargo, sacudió más mi humanidad la muerte de ese chico brasilero, acribillado por las balas de la policía aterrorizada.
El miedo, el terror, de eso voy a hablar.
Y para eso voy a transcribir un afichecito que hicimos hace unos años sobre la cultura del miedo.
Porque en este país también hubo terror, y hubo miedo. Y todavía hoy hay gente que muere de miedo.
Ahí va:

Cultura del miedo: Dícese del terror utilizado como forma de dominación social * Práctica política predominante en la República Argentina durante el período 1976-1983, aunque pueden hallarse ejemplos de su aplicación desde el año 1972 hasta nuestros días * Masiva, diaria, sistemática y profunda penetración en la sociedad para implantar el orden y la autoridad * Se origina como reacción social a un caos señalado desde algún lugar de poder (delincuentes, guerrilleros, villeros, anarquía) * Frente a ese caos amenazante, el autoritarismo esgrime el deseo de orden * La dictadura promete eliminar el caos * En cambio, aparecen nuevos miedos más profundos * Se trastornan profundamente las rutinas y los hábitos sociales volviendo imprevisible la vida cotidiana. El entorno diario es una fuerza ajena y hostil, ya que no hay manera de influir sobre él * Se privatiza la vida en todos sus aspectos * El terror se propaga silenciosamente, como se propagan el por algo será, y el no te metás * Adormecimiento, aislamiento, y automatización * El miedo genera la sensación de presente absoluto, sin futuro y sin pasado, donde no hay expectativas ni deseos. Sólo un presente en el cual el ayer -que era terror- se diluye, y el futuro -que es también terror- aguarda amenazante. Lo único que queda es el presente. Y tal vez ni siquiera eso * La preocupación por sobrevivir impide vivir * La política se transforma así, para el individuo, en algo distante e inaccesible, donde quien establece las reglas está un escalón más arriba. O más abajo.

POR UNA POLÍTICA EN EL MISMO ESCALÓN

Fuentes:
Lechner, Norbert; Los patios interiores de la democracia, subjetividad y política, Fondo de Cultura Económica, Chile, 1990.
O’Donell, Guillermo; Democracia en la Argentina: micro y macro, en Ozlak, Oscar, Proceso, crisis y transición democrática/1, CEAL, Buenos Aires,

11 de julio de 2005

Cuestionario fílmico

Paso a contestar este breve cuestionario, que me fue transferido por Mary Poppins.

1) Cantidad de películas que tenés en video o DVD.
Que bueno que me hacés esta pregunta, porque así de paso te comento que todavía no tengo DVD, no por razones de principios o cosas así. Prioridades que uno se fija en la vida nomás.
También aprovecho esta pregunta (que en realidad es una consigna) inicial para dejar en claro que no soy un gran coleccionista de cine. Es más, las películas que hay en mi casa creo que son de mi novia-mujer-amante. Pero bueno, vamos al punto. En video debo tener unas ocho películas, no más.

2) ¿Cuál fue el último film que compraste?
El último film que compré fue El milagro de P. Tinto, para regalársela a un amigo que es mucho -muchísimo- más fanático que yo de esa película. Tanto, que se hizo traer la banda de sonido, y ahora el DVD.

3) ¿El último que viste?
Ayer, justamente, vi Annie Hall de Woodie Allen, que me hizo reir bastante, y después Criminal que es el calco de Nueve Reinas, sin los argentinismos que la hacen simpática... no la vean.

4) Cinco películas que te guste ver y volver a ver y/o que signifiquen mucho para vos y/o que te hayan gustado mucho. Sin orden particular.
La mejor pregunta del cuestionario. Las películas que uno ve y revé son aquellas en las que en cada repetición encuentra algo nuevo. El Milagro de P. Tinto la debo haber visto fácil ocho veces, y no voy a comentar más porque va a parecer un caso patológico. Otra película que no me canso de ver es El gran Lebowski, una obra maestra de los Coen. De antología la escena en que presentan al personaje de John Turturro.
El otro día le decía a una amiga que es licenciada en ciencias de la comunicación que no podía ser posible que se haya recibido sin haber visto El Padrino. Y esta sí que es una película que no me canso de ver y volver a ver.
76-89-03 es una película que con un poco más de presupuesto y mejores actuaciones, hubiera hecho historia, porque el argumento es genial y está muy bien contada. La recomiendo. Ya la ví varias veces, y justo ayer comentaba que tenía ganas de verla de nuevo.
Para el final, dejo una que hace mucho que no veo pero que justamente pensando en este cuestionario me vino a la mente: Cinema Paradiso.

5) ¿A quienes les paso la posta para responder?
Qué pregunta difícil... La verdad es que no me gusta mucho obligar a nadie a hacer nada, así que si alguno de los que están en la columna de blogs amigos tiene ganas de contestar, que se manden.

Y llegué al final. Gracias MP por dejarme exhibir mi pobre cultura cinematográfica.
Será hasta la próxima.

THE END

5 de julio de 2005

EDITORIAL

Sigo debiendo el texto ferroviario, y como verán mi ritmo póstico ha descendido notoriamente.
Las razones no las conozco ni tampoco es mi deseo en este momento entrar a discutirlas.
Hoy quiero hablar de las noticias, de las absurdas noticias que muchas veces aparecen en los medios masivos de comunicación con una ingenuidad (de parte de quien las publica) digna del jardín de infantes de la otra cuadra.
Pero esa ingenuidad no es tal. Y si lo fuera, le sale el tiro por la culata.
Vamos a los ejemplos para que podamos entender mejor:
Hace un tiempo salió en el diario la noticia de que dos hombres habían dejado en un tren, dos cajas con algo así como 50kg de cocaína. El relato policial era que un policía había visto algo sospechoso en estos dos hombres, quienes al verse descubiertos dejaron su cargamento, saltaron por las vías, y nadie más supo nada de ellos.
Apenas leí la noticia me dije: ¿50 kg de cocaína? ¿Quien anda con 50kgs. de merca todos juntos? Si yo tengo que trasladar esa cantidad la separo sí o sí, y ni en pedo la llevo en tren... Y si llevo esa cantidad, ¿la voy a dejar así como así? No, no, no no no nonoononononono...
Personalmente creo que era droga que manejaba la cana, que no la pudo colocar y quemaba, y entonces hicieron esto... 50 kilos de merca que no son de nadie... que van a morir en una causa judicial, y que tal vez los mismos que la tenían la recuperen.
Hoy. Leo: "Reunión del G-8 en Escocia. Más de 15.000 agentes participan del operativo de seguridad. El costo del plan alcanzaría los 145 millones de euros". ahhh... ¿Qué? ¿145 millones de euros?
145 millones de euros.
¿Cuál es el problema? A ver, que maten a Bush, que maten a Blair, que los maten a todos. Si tienen que gastar esa cantidad de guita para que no los maten me parece que la cuenta no nos está dando...
Al fin y al cabo, juran por la patria y por todas esas mierdas, y dar la vida por su país y todo eso. Para eso están entonces, para dar la vida. Porque en los países democráticos que yo sepa lo que importa es que funcionen las instituciones, no que el que lo maneja sea tal o cual.
Ya sé que sabemos que algo funciona mal, que algo está podrido en este mundo, pero que estas noticias y muchas otras aparezcan así tan panchas, y que no nos demos cuenta de su importancia, implica que estamos anestesiados, que no reaccionamos ante estímulos a los que deberíamos responder.
En la última "Hecho en Buenos Aires" - www.hechoenbsas.com hay una entrevista a un tal (porque no puedo decir que lo conocía) Alfredo Moffat, que cita un experimento con sapos: si uno pone a calentar lentamente a estos bichitos en agua, se cocinan sin sentir nunca la diferencia. En cambio si se los pone directamente en agua caliente, saltan enseguida.
A nosotros nos estan cocinando despacito, dice.

30 de junio de 2005

Atenti pebeta

Ayer andaba con ganas de postear algo sobre el tren (que ya escribiré más adelante), y hoy de poner algo sobre Cromagnon, pero justo esta mañana escuché este tango cantado por Edmundo Rivero, que me gusta mucho y tiene que ver con algunas conductas femeninas a las que se hizo referencia en otro blog.
Me dieron ganas de postearlo, así que ahí va:

Atenti, pebeta!
(1929)
Letra: Celedonio Flores
Música: Ciriaco Ortiz

Cuando estés en la vereda y te fiche un bacanazo,
vos hacete la chitrula y no te deschavés;
que no manye que estás lista al primer tiro de lazo
y que por un par de leones bien planchados te perdés.

Cuando vengas para el centro, caminá junando el suelo,
arrastrando los fanguyos y arrimada a la pared,
como si ya no tuvieras ilusiones ni consuelo,
pues, si no, dicen los giles que te han echao a perder.

Si ves unos guantes patito, ¡rajales!;
a un par de polainas, ¡rajales también!
A esos sobretodos con catorce ojales
no les des bolilla, porque te perdés;
a esos bigotitos de catorce líneas
que en vez de bigotes son un espinel...
¡atenti, pebeta!, seguí mi consejo:
yo soy zorro viejo y te quiero bien.

Abajate la pollera por donde nace el tobillo,
dejate crecer el pelo y un buen rodete lucí,
comprate un corsé de fierro con remaches y tornillos
y dale olivo al polvo, a la crema y al carmín.

Tomá leche con vainillas o chocolate con churros,
aunque estés en el momento propiamente del vermut.
Después comprate un bufoso y, cachando al primer turro,
por amores contrariados le hacés perder la salud.



Como me gustan las buenas maneras, les cuento que la letra la saqué de:

27 de junio de 2005

Cástor y Pólux

Esto es para una amiga que anda perdida en los recovecos de su alma, sin darse cuenta de que tiene todo para ser feliz.


Y si entonces tu frescura
se trasvasara a mi alma
no podría seguir entendiendo
por qué las estrellas caen

Sin embargo tu sonrisa
me hace dudar de tu letargo
e insisto
y te reís;
intento de nuevo
y aflora sutil tu carcajada;
me reitero
y tu boca y tu rostro florecen;
caigo en repeticiones ya insoportables
y no puedo creer que otra vez, sea tu risa.
Concluyo entonces, seguro ya del todo,
que no hay en tu alma un ápice
incapaz de disfrutar.

24 de junio de 2005

ANEXAMENTO

Hoy señores voy a dar a conocer un proyecto largamente discutido (por mí) y que hoy, gracias a la masividad que está adquiriendo este rincón de la web, va a comenzar su carrera hacia su difusión, puesta en práctica, y éxito seguro.
Después de meditar largamente sobre los aspectos positivos y negativos del MerCoSur, he llegado a la conclusión, de que lo conveniente para la grandeza de América Latina y del orbe entero, es el anexamiento.
Sí señores. Quiero ser brasilero. Que no me vengan con el MerCoSur, ni con el ALCA ni con la mar en coche. Quiero ser brasilero.
Imagino un Cono Sur verde-amarelo, en el que al sur del paralelo 25 sólo haya reservas naturales y establecimientos destinados a la producción de alimentos, porque claro, todos viviríamos en las playas del Brasil. ¿Para qué corno nos vamos a quedar acá con este río marrón e inmundo de contaminación?
Imaginen el día que este gran país, Brasil, de la mano de su poderío económico, imponga su idiosincracia y su cultura a todo el mundo civilizado, tal como ahora lo hacen los EEUUA.
La sermana de Carnaval habría vacaciones en todo el mundo, todos falaríamos portugués -que es mucho más agradable-, el samba y la bossa nova tendrían la difusión que ahora tiene el rock & roll, el jogo bonito sería el ejemplo a seguir en todos los deportes, en fin, no hace falta enumerar todos los beneficios que el anexamiento aparejaría...
Por eso, hoy emprendemos el camino hacia el cumplimiento de ese gran anhelo: el anexamento.
A quien se una a estas huestes bacanales lo espera un destino de grandeza, alegría, samba y diversión, a quien se niegue, la fatalidad, la tristeza y la amargura.
Por eso, gritemos todos:
¡ANEXAMENTO YA!
¡ANEXAMENTO YA!
!ANEXAMENTO YA!

22 de junio de 2005

CUADERNO ROJO

Un día más.
Y el traqueteo del subte que me acompaña casi casi hasta la puerta de mi casa.
La pana roja de los asientos, el piso de goma verde, la miseria personificada en este nene que me tiende su mano, la indiferencia en aquel tipo de traje, las dos mujeres que parlotean a mi lado: todo se me ha hecho familiar en unos pocos meses.
Yo sigo siendo el mismo, u otro, qué más da.
Cuando me detengo a pensar es cuando no pienso. Pareciera que en mi cabeza los pensamientos necesitan movimiento, necesitan vértigo.
A veces este cachivache metálico surcando la oscuridad se me hace irreal.
Se me hace difícil también comprender como toda esta gente con cara de nada, afuera hace de todo.
¿Y yo? ¿En qué categoría entro?
Porque acá adentro hago de todo, pero ¿afuera?
¿Qué pasaría con nosotros si de repente, el túnel se hiciera eterno y no aparecieran más estaciones?
¿De qué serviría mi escritura?
Por suerte, la próxima estación es la mía.
No arriesgo nada, prefiero no conjeturar.
Me bajo.

17 de junio de 2005

NOCHE DE DISCO

Una historia bastante simple, pero íntimamente algo terrible.
Era un sábado como tantos otros en que salimos a bailar Martín y yo solos. Una mínima diferencia apuntable ab initio podría ser que esa noche en casa tomamos whisky, y no cerveza. Es que estábamos empezando a dejarla, o mejor dicho a cambiarla, porque a los 25 ya se le puede dar al whisky sin parecer uno ni más viejo ni más alcohólico de lo que es, y por otro lado uno ya no se banca como antes la hinchazón que causa la cerveza.
La cuestión es que llegamos al dancing y todo se veía muy bien (lo que debe interpretarse como que había muchas y regulares minas). Pedimos dos J&B para no mezclar alcoholes y seguir con el buen humor que teníamos, y partimos a efectuar la usual recorrida de reconocimiento; que ese día tenía una doble función, porque había que relojear a las minitas y –como hacía mucho que no íbamos- ver si el boliche estaba igual. Para dar una idea precisa de la arquitectura del lugar, el boliche es –como decía un primo mío- ideal para borrachos: a lo largo y sin escalones.
Fuimos hasta el fondo, donde intenté hablarle a una petisa de pelo corto que aunque parezca mentira estaba leyendo una revista (y resalto lo del corte de pelo porque me calienta mucho el pelo corto en las mujeres), y que no debía estar tan aburrida como a mí me había parecido porque no me dio bola. Visto ello, la emprendimos en vuelo rasante hacia el frente del local.
Fue ahí que la vi. Y no necesité más que verla, para entender que quería garchármela. Ahí mismo, mientras todos me miraban. Pero me contuve.
Tenía un cuerpazo, con ojos y movimientos felinos, y bailaba con una amiga que, lamentablemente no estaba tan buena. Uno de los pensamientos que se me cruzaron en ese instante por la cabeza fue: “si esta noche yo me gano esta mina, cerramos el boliche, nos vamos todos, y se acabó, me retiro.”
Hicimos lo que se debe hacer en estos casos según el manual del buen buitre, que es bailar seductoramente junto a las señoritas. La mina –mientras tanto- no hacía más que rebotar chabones, y yo no quería pasar a revistar en las filas de los rostros cortados, así que pasado un rato en que no logré establecer contacto ocular recíproco, le dije a Martín: “vamo’a tomar un champán”, a lo cual él accedió sin oponer ningún tipo de resistencia.
Debido a un percance acaecido en nuestra excursión a la barra, nos quedamos charlando con unas minas más grandes que se engancharon a conversar. Fue así que pasó un rato durante el cual logré que esta otra mina: me llamara “cosita” en reiteradas ocasiones, me dijera que no podía ser tan perfecto como le estaba pareciendo a ella que yo era, me hiciera mostrarle el documento para ver que no le mentía con mi edad, y sacara la cara en una gambeta maradoneana para esquivar el beso que le tiré. Finalmente me dio únicamente su teléfono, y se fue porque sus amigas se estaban yendo. Me pareció bien.
No tenía muchas esperanzas de encontrar a la otra mina, porque había pasado ya bastante tiempo, pero por las dudas nos dirigimos a la pista de baile a ver que pasaba.
Seguía ahí. Se la estaba encarando un pelado que no duró ni treinta segundos. Martín me dice algo como: “a ella le gustan con pelo”. Me habrá parecido buena la frase porque me acerqué a ella y más o menos la repetí. Y sonrió. Una sonrisa muy linda. ¡Y también con esos ojos! Pude ver después cuando salimos que eran celestes con un poco de gris muy claro. Adentro, con las luces, se veían como si fueran los ojos de un tigre albino.
Y no se de qué corno seguimos hablando, pero la cuestión es que tanta bola me dio que dejó de bailar, yo le empecé a cantar boleros al oído mientras la acercaba para bailar más juntos, la invité a tomar una coca (yo tenía la boca seca, y para alejarnos del ruido), seguimos charlando (ahí recién le pregunté el nombre), y al final –como creo dijo algún prócer- terminamos transando. Tuve bastante suerte, porque el gol del triunfo fue en tiempo de descuento. Nos cerraban el boliche. La suerte del campeón.
Cerramos el boliche y salimos.
Anduvimos un rato por la calle boludeando y transando (Martín se había ganado a la amiga), caminamos un par de cuadras, pude ver el (repito) increíble color celeste de sus ojos, y le canté Morena dos olhos d’agua de Caetano Veloso, mientras le daba calor a sus manos con las mías. ¿Qué más se puede pedir a un amante latino?
Finalmente se fueron las dos en un taxi, eran como las ocho de la mañana, no daba para hacerse los galancetes, y además se iban las dos juntas a dormir a lo de una de ellas. Obviamente antes de irse me dio su número de teléfono.
El martes siguiente se me ocurió llamarla para ver si podíamos concretar el asunto, así que después de la cena me tiré en mi cama y llamé al número que me había dado.
Me atendió una voz de mujer y yo pregunté si podía hablar con Fernanda. La mujer me respondió: “No, Fernanda está ocupada pero si querés te puede atender otra chica, ¿estás muy apurado? Tengo cuatro ¿Que tipo de servicio querías..?”

15 de junio de 2005

JUSTICIA, JUSTICIA PERSEGUIRÁS...

24 de marzo de 1976 - 14 de junio de 2005

13 de junio de 2005

DREXLER

Calle Corrientes, sábado, 22.15. En el trayecto que recorremos hasta llegar a la puerta del teatro, soy testigo del devenir de una fauna humana como hacía tiempo no contemplaba. El fenómeno de la resurrección de esta otrora insomne avenida me choca de modo extraño, contradictorio.
Sumado al ambiente surrealista, me encuentro con un pibe con el que jugaba al rugby hace algunos años, y ya todo me parece increíble. El variopinto de gente que hay a mi alrededor constituye -pienso- una muestra clara de lo que es esa clase media cuya existencia de alguna manera usualmente niego.
Habíamos visto a Drexler hace algunos años -no recuerdo si en el 2001 o 2002- en otro teatro de la calle Corrientes, pero más chico, y como mucha menos gente lo conocía, el público era más homogéneo, más afín a mí, a la gente de la que me rodeo. Aquella vez me encontré con gente conocida, por ejemplo, una colorada -de quien no viene el caso hablar aquí- que me había estado volviendo loco hacía un tiempo.
Fuimos subiendo los distintos niveles del teatro hasta llegar al superpullman. Allí ingresamos, buscamos nuestra fila y asientos y nos ubicamos, incumpliendo una norma no escrita que, observamos luego, el resto del público respetaba ritualmente. Parece que hay que esperar parado en el pasillo hasta que el acomodador te ubique, incluso aunque uno sepa cuál es su asiento y lo tenga a medio metro. Decidimos que estaba bien no cumplirla.
Una vez sentados nos dedicamos a esperar, criticando a la gente que teníamos alrededor y charlando sobre superfluidades.
A mi izquierda se ubicó una familia tipo (he aquí un botón de muestra de lo cambiado del público) con una niña de aproximadamente ocho o nueve años de edad, que en un momento se enculó, y por un instante pensé que si ese estado de ánimo le duraba, personalmente la iba a arrojar a la platea. Por suerte al rato se calmó (de hecho se durmió, un desperdicio).
Pasemos ahora a hablar del espectáculo.
Drexler es un tipo que me cae bien, definitivamente. Su recolección de ritmos rioplatenses, sus coqueteos con la electrónica, y su bajo perfil me agradan. Siento cierta empatía, digamos.
Su bajo perfil, sin embargo, no obstaculiza un gran manejo del público, con un ida y vuelta constante en el que él un poco se deja llevar, y otro poco (o mucho) es él quien lleva al público de las narices. Esto fue patente en la “milonga del moro judío”. De repente, todo el teatro cantaba “yo soy un moro judío, que vive con los cristianos/ no sé que dios es el mío, ni cuales son mis hermanos”. Yo no lo podía creer, miraba a mi alrededor, me frotaba los ojos. Toda esa gente cantaba ESO. ¿Había tantos judíos? ¿Había tantos musulmanes? ¿Tantos ateos y agnósticos? No tuve y no tengo respuesta.
Otro aspecto de este fenómeno apareció en "Se va, se va, se fue" cuando Jorge hizo al público tararear una escala no tan fácil a la hora de conjugar tantas voces.
Drexler se anima a seguir buscando hasta en sus canciones más exitosas, les cambia el tempo, el sentido, las explora, mete mucho sampler, mucho ruidito (hasta se podría decir que es un poco progressive, jaja). Y todo eso sin perder de vista que es de aquí, del Río de la Plata, donde lo que se siente y se exuda es el candombe, la milonga, la zamba, el samba, la chamarrita, la polca, el chamamé y la bossa.
Haber escuchado a un tipo decir “bueno, ahora este tema lo voy a tocar en aires de milonga, que es como a mí me sale” y que todo un teatro de la calle Corrientes lo aplauda me parece un signo de los tiempos.
Bueno, dejo acá porque esta reseña se está haciendo un poco larga.
Ah, antes de irme. Gracias, Jorgito.

7 de junio de 2005

PEQUEÑAS INSTRUCCIONES PARA MI MUERTE

Cuando yo muera no quiero más llanto que el necesario, que tal vez sea nada. Al fin y al cabo habré hecho lo mío, y habré dejado de hacer lo que corresponderá a otros hacer. En cambio, sí me gustaría ser aplaudido, y si alguien tiene algo que agradecer, me sentiría honrado de que lo haga. La gratitud sincera es uno de los más bellos sentimientos que una persona puede tener.
Cuando yo muera no quiero velatorio, ni cajón, ni cruces, ni toda esa parafernalia que le han puesto a los pocos muertos que he visto. Por favor, quemen mi cuerpo automáticamente y, aunque suene un poco estúpido, quiero que las cenizas se esparzan por el campo. Déjenme con el viento, que espero saber como arreglármelas con él.
Cuando yo muera, no quiero coronas.
Cuando yo muera no quiero colores oscuros.
Cuando yo muera, si los que me conocieron quieren reunirse, háganlo. No me molestaría si es de corazón. Pero me gustaría que me recuerden vivo. Que escuchen la música que me gusta, que miren mis fotos, o alguna filmación, que hojeen mis libros; y coman, coman y tomen todo lo que quieran. Celebren la vida que tuve, y la que todavía tienen.
Cuando yo muera, espero que a alguien le interese guardar mis libros, y si no es así, por favor no los tiren. Dónenlos a alguna biblioteca pública.
Cuando yo muera, sólo espero que sigan estas pequeñas instrucciones.
Y, ah, mi amor, te repito que quiero que sepas que vos has sido lo más hermoso que me pasó en la vida, y no quiero que llores o estés triste si algo me pasara porque no tendría sentido. Quiero que sigas adelante como sólo vos sabés hacerlo. Eso es lo que verdaderamente me gustaría.
Gracias.

3 de junio de 2005

Cruces y desvíos

Qué difícil es tratar de cambiar "lo establecido", lo que "está bien", lo que "es normal", desde la no-ruptura, desde algo así como tratar de ir "haciendo diferente", mostrando a los demás que hay otras formas de hacer las cosas sin lastimar a los demás, disfrutando y gozando más de la vida, de esta vida de sensaciones que nos ha tocado.
Y digo esto puntualmente en relación a la monogamia y la fidelidad, no voy a dar más vueltas.
Creo que esto va a desatar un torbellino, va a levantar polvareda.
Claro, a nivel social, a nivel de lo que consideramos la opinión pública, todavía estamos discutiendo si una mujer tiene derecho a disponer de su cuerpo ante un embarazo sin que el estado se entrometa, si uno tiene derecho a meterse en el cuerpo la sustancia que se le cante, si dos personas del mismo sexo pueden tener los mismos derechos a ser un matrimonio que dos que no lo son y, en fin, hace no tantos años decidimos que dos personas que alguna vez habían pensado en pasar juntos toda su vida tenían derecho a cambiar de opinión y seguir cada cual su rumbo.
¿Cómo hacer entonces para poner en tela de juicio la monogamia y su recalcitrante concepto de fidelidad si todavía nos falta discutir todo eso?
Bueno, quiero por lo menos tirar alguna punta: me parece que hay un concepto normalizado que es aquél que establece que la fidelidad es una fidelidad corporal, poniéndola al mismo nivel que la fidelidad mental, cuando en realidad lo importante es la fidelidad del espíritu (que no implica anular el deseo, pero si tener en cuenta a la otra persona a la hora de tomar las decisiones).
Tiene mucho que ver con esto la confusión entre sexo y amor, que, si bien está profundamente encarnada en las mujeres (gracias a un trabajo de educación tenaz y sostenido que comienza con la puesta en escena de la esposa-mamá-amadecasa feliz como paradigma de futuro de la niña) también lo está en los hombres, muchas veces del mismo modo que en la mujer, a partir de una fuerte educación, pero más usualmente desde una actitud hipócrita y apoyada en la facilidad que el sostener esta postura, implica en la dominación de la mujer por el hombre.
Quiero hacer aquí una aclaración sobre algo que no había notado: no quiero con esto hacer una "oda al pirata" o un "elogio de los cuernos", todo lo contrario, me caen pésimamente mal los tipos que andan vanagloriándose de eso. Pero no entiendo por qué no podemos en algún momento y cuando la situación se da sin forzarlo, dar rienda suelta a nuestros deseos, y estar con una persona simplemente para pasar un buen momento y disfrutar placeres sensoriales sin que eso tenga las consecuencias nefastas que actualmente tiene, hacia adentro de la pareja, y también a nivel social. Al fin y al cabo, en diferentes magnitudes, pero el placer es el mismo: un buen polvo, un buen beso, un buen vino... (sí ya sé, suena feo, pero estoy convencido de que cuando lo analizo a fondo estoy en lo cierto).
Bueno, se hizo largo, en algún otro momento continuaré con mi defensa de la libertad, que al fin y al cabo de eso se trata.

31 de mayo de 2005

Cuaderno rojo II

Me puse demasiado en científico social, ¿no?
Bueno, es que eso es lo que imaginé, cuando hace unos meses empezaba con esta bitácora de viaje hacia ninguna parte, imaginaba una comunidad que intercambiaba experiencias "sociales".
Y resulta que la cosa pasa más por el lado del cuore.
Claro, ahí me di cuenta, es que la vida, pasa más por el lado del cuore.
Pero entonces, ¿No hay revolución entre los bloggers? ¿No hay "poner las cosas patas para arriba"?
Como siempre, la respuesta está en el medio, no hay revolución que sirva si no pasa por el corazón. Y eso creo que ya lo dijo el viejo Ernesto.
Habrá que buscar la manera entonces, de que la necesidad de que todos y cada uno de los niños que habitan esta tierra tengan unos padres que puedan y quieran darles cariño, alimento para el cuerpo y para el alma, y la posibilidad de un futuro siempre mejor, nos pase a todos por el cuore ¿no?
La manera de que la injusticia, que todos los días nos pone el codo, y el hombro y el cuerpo, nos atraviese el corazón, y que los latidos de ese corazón salgan, se multipliquen, que se transformen en lucha, en constancia, y en acción, mucha acción.
En una época yo era así, y no se por qué, esa época pasó y con ella pasaron mis mejores tiempos, bah, los que yo recuerdo como los mejores.
Busco motivos, energía y fuerzas para ponerme a luchar. Si alguien encuentra aunque sea un pedacito de ellos, me avisa ¿puede ser? Gracias.

26 de mayo de 2005

¡Vamos las colas!

Después del exitosísimo manual para el correcto uso del ascensor, y a pedido del público, llega el utilísimo "Manual para colas de espera", que no puede faltar en la cartera de la dama o el bolsillo del caballero.

Al realizar colas, sugerimos tener en cuenta los siguientes aspectos para el mejor desarrollo y una mayor efectividad de la misma:
1.la fluidez del avance para lograr llegar al lugar esperado;
2.la justa mantención del orden de llegada y;
3.la libre circulación de las personas en las zonas a través de las cuales la cola se desarrolle.

Para esto, sugerimos observar las siguientes pautas:
a)al llegar a la cola, asegurarse de que el sentido que ella lleve después no estorbará el tránsito. Para ello, verificar los principales sentidos de circulación en el lugar.
b)cuando la cola atraviese una puerta, una arcada, o se desarrolle en un pasillo estrecho, verificar que siempre quede espacio para la circulación de por lo menos una persona en adyacencias de la susodicha cola.
En los casos de puertas de una sola hoja, casi siempre es conveniente esperar a un costado, sin pararse en el rellano, ya que se evita tener que moverse cada vez que alguien –ajeno a la cola- intente pasar por la puerta.
c)siempre que la cola se haga en un pasillo, seguir el sentido de circulación del mismo, y no atravesarlo. Si la cola debe necesariamente atravesar un pasillo o lugar de alta circulación, lo conveniente es dejar el espacio suficiente con la persona que está inmediatamente delante, para no tener que –como en b)- estar corriéndose cada vez que alguien quiera pasar.
d)no encimarse a la persona de adelante, es decir, evitar que sienta que le están respirando en la nuca. Con ello, daremos a la cola una mayor capacidad de adaptación, y nos sentiremos todos más cómodos en esta situación de por sí incómoda.
e)la cola avanza sola, no es necesario que estemos continuamente mirando hacia delante por arriba del hombro de quien nos precede para ver si hay lugar o no. Las personas que están más allá seguramente tienen el mismo interés en avanzar que uno, y por lo tanto no ganaremos más que unos pocos segundos y algo de malasangre efectuando estas maniobras de adelantamiento.
f)en el caso de que el destino al cual la cola apunta sea múltiple (por ejemplo, varios ascensores) lo mejor –y lo más justo por cierto- es hacer una sola cola, ya que se evita que las colas puedan mezclarse, con el inconveniente (por ejemplo: discusiones) que ello podría acarrear.
g)al realizar colas en lugares de alta circulación en uno y otro sentido -como puede ser ascensores- tener cuidado de que la cola no estorbe la salida de quienes bajan, ya que se atentaría contra la rapidez de la circulación de las personas, causando además el típico efecto de “doble gambeta”.
Esperemos que estos simples consejos hayan sido de utilidad.

17 de mayo de 2005

Escándalo, es un escándalo

La excarcelación de Omar Chabán el viernes pasado fue, al parecer, como una roca estallando en mil pedazos sobre el asfalto.
Se han gastado en pocos días, metros y metros cúbicos de aliento, litros de tinta, millones de hertz, y de bytes, y demás, opinando sobre el tema.
El viernes a la tarde yo estaba en cama, así que tuve oportunidad de observar como se fue desplegando el tema en el medio televisivo (pero sólo en canales de aire, porque no tengo cable). Fue de una forma totalmente irresponsable, demagoga, simplona o simplista lindante con lo idiota, pero sobre todas las cosas, violenta (más allá de que en mi opinión en los últimos tiempos el vértigo de los medios se ha trastocado en violencia).
Conozco a Gustavo Bruzzone (uno de los jueces que opinó en el caso) por muchos de mis amigos y compañeros que lo tuvieron como profesor en la facultad de derecho, lo traté también en alguna reunión en la facultad, y lo escuché en alguna charla. Todos los que lo conocen -creo que no existe nadie que me haya dicho lo contrario (inclusive alguno que otro que por no estudiar suficiente no terminó la cursada)- me han dicho que es un excelente profesor (por lo que sabe, por lo que enseña y por lo mucho que exige), y una excelente persona.
Sé también, que siempre, siendo fiscal (que fue el cargo que tenía antes de ascender a juez de Cámara por concurso) promovió el buen uso de la prisión preventiva, tal como lo mantuvo en el fallo relativo a Chabán.
Hasta aquí, uno de los aspectos en los cuales los medios, por superficiales y funcionales al poder, no pudieron y no quisieron entrar.
Hay otra cuestión que quisiera tratar aquí, en la que tampoco los medios incursionan.
La historia.
Para los medios de comunicación la historia no existe, las cosas siempre fueron y serán así, y eso también es funcional, porque fomenta la ignorancia y la imprudencia.
El derecho penal moderno, es decir, tal como lo conocemos ahora surge a partir del siglo XVIII en respuesta a los abusos del absolutismo real, que no tenía hasta ese momento límite alguno para la aplicación de su facultad punitiva.
Recomiendo mucho la lectura de una obrita muy breve: “De los delitos y de las penas” del Marqués de Beccaría. En esa obra es en donde se condensa el nacimiento del derecho penal tal como lo conocemos.
Es decir que el derecho penal en su estructura actual, fue pensado justamente para evitar abusos, para evitar que alguien que era acusado de un delito fuera tratado como un condenado, para que quien fuera acusado tuviera derecho a un proceso justo, con una defensa, con un juez imparcial, basado en una ley previa y escrita, etc. etc.
Y esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de opinar, del mismo modo que cuando los trabajadores protestan porque trabajan en exceso del horario legal, hay que recordar que hace cien años los trabajadores morían, baleados, fusilados, por pedir jornada de ocho horas y descanso los domingos.
Cuando las víctimas y sus familiares reclaman la pena de muerte, la prisión del acusado hasta el juicio, y otras cosas por el estilo, lo hacen desde el dolor, absolutamente comprensible, de quien sufrió una herida insanable, siempre. No hay pena ni retribución alguna que pueda devolver las cosas a su estado anterior.
Pero que comprendamos el dolor no quiere decir, que nuestro sistema legal deba basarse en el dolor. El dolor es una de las sensaciones más internas, más incomunicables del ser humano, y por ello, menos política, porque la política se basa en el discurso, en la articulación de los diferentes discursos para lograr islas de certeza en un mar de incertezas (Hannah Arendt dixit).
El escándalo también parecería ser uno de los fundamentos de la ética que nos quieren enseñar los medios. La palabra escándalo tiene –creo- una raíz hebrea, y de algún modo implica algo que se nos ha impuesto desde fuera, que ha llegado repentinamente.
Creo que en otro lado hablé de esto, y casi siempre termino en lo mismo. Empecemos a hacernos cargo un poquito de lo que pasa a nuestro alrededor.
¿Los familiares de las víctimas de Cromagnón qué creían? ¿Que en un país en el que a principio de siglo se fusiló impunemente a cientos y cientos de trabajadores de la Patagonia por reclamar lo que les correspondía, en el que en el año ´55 se bombardeó impunemente la Plaza de Mayo, en el que en el ´56 se fusiló a tantos otros, en el que actuó una organización para poli-militar llamada “Triple A”, en el que todavía hoy madres, abuelas, hij@s y niet@s, reclaman que se haga justicia a sus desaparecid@s, creían realmente que sin luchar, es decir, por el simple paso del tiempo y el actuar de la burocracia judicial se iba a hacer justicia?
El hecho de que así lo exterioricen -aún aunque no lo creyeran- habla de por qué somos, como país, como sociedad, como comunidad política, lo que somos.

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