3 de octubre de 2005

Campos verdes

Me fui al campo. Lo necesitaba. Hace bastante tiempo.
Dormí la siesta tirado en el pasto, al sol, con los perros que también dormían plácidamente a mi alrededor después de haber comido todos el asado hecho con leña, que ayer le dió a la carne un gusto mentolado.
Me agarré a un árbol enfermo, para ayudarlo a mejorarse, y el me ayudó a mí por cierto, porque mis pies desnudos sobre el pasto y la palma de mi mano apoyada en su corteza hicieron de puente hacia la tierra, con la que necesitaba conectarme desesperadamente.
Anduve a caballo, y me sentí uno con el mundo.
Y observé a los pájaros, que parecían disfrutar de la vida tanto como yo.
Contemplé la vía láctea, zurcando el cielo azul renegrido de la noche, y me sentí ínfimo y maravilloso a la vez.
Llené mis pulmones con el aire más puro que se pueda respirar, y por suerte, me traje bastante como para que me dure hasta la próxima vez.

No hay comentarios.:

Leo y me gusta