28 de marzo de 2008

Alternativas

  1. Siempre se habla de las ideologías en su faz de imposición, es decir, la ideología que le impone al sujeto una cosmovisión. Pero pocas veces escucho hablar de la ideología como aglutinadora de cosmovisiones, como síntesis de perspectivas diferentes. Una especie de punto al cual se llegaría desde diversos ángulos. Entonces: lo que el siglo XX logró con la proliferación de ideologías, fue la agrupación de muchas personas bajo el ala de ciertas ideas rectoras de su acción. Sin embargo, la praxis alrededor de esas ideologías, siempre terminó por dispersar esos grupos. Hay un primer momento centrípeto y un segundo momento centrífugo, sin descartar el efecto de Coriolis.
  2. La complejidad de la sociedad actual es enorme, todo esfuerzo por simplificar su interpretación no hace más que llevar a maniqueísmos. Lo que habría que reclamar a nuestros dirigentes no es que expliquen qué hacen, por qué y para qué lo hacen. Lo que habría que reclamar es que lo expliquen una y otra vez, y que eviten la simplificación.
  3. La simplificación lleva al eslogan, el eslogan a la falta de razón. La falta de razón a la banalidad. Y la banalidad...
  4. Dos mujeres -trabajadoras ellas- le reprochan a la presidenta el haber utilizado la cuestión de género en su discurso de hoy a la noche. Una sostiene que es machista, y la otra que no tendría que haberse hecho la víctima. Dudo si escucharon el discurso o la interpretación de algún medio de comunicación masivo, o ambas cosas.
  5. Alguien alguna vez me dijo que el problema de este país es que todos quieren cagar más alto de lo que les da el culo.
  6. Las muertes en las rutas son muertes de la clase alta y de la clase media, pero la culpa la tiene el Estado por no controlar y no los que manejan como verdaderos asesinos. Cualquier similitud con la teoría de los dos demonios o cualquier otra desarrollada por la clase media tilinga para evadir responsabilidades es pura casualidad. Otro ejemplo: yo no pago impuestos porque total después quien sabe donde van a parar (esto, hay que decirlo, flota bastante en el humo de la gomas que quema “el campo”).
  7. En los casos en que interviene un ómnibus la culpa la tiene el chofer, que tomó vino, no durmió bien, o violó alguna norma de tránsito. La Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo dijo que si las partes pactan como jornada usual una mayor a la legal, y se le abona al trabajador una suma mayor a la asignada por convenio para la jornada legal, no se puede reclamar por horas extras. En la radio un oyente dijo que la responsabilidad es de los choferes por no reclamar ante sus empleadores.
  8. Asisto impávido (e ingenuamente incrédulo) al espectáculo de la estupidez humana: la mejora en el manejo cuando el “otro” -el que viene enfrente- enciende sus luces aún siendo de día es claramente notoria. Sin embargo una gran mayoría “no se da cuenta”, no lo quiere ver (al otro), o no le importa (el otro), porque no enciende sus luces. Dinámica de interacción autofrustrante, así llamó Carlos Nino a este fenómeno en su libro Un país al margen de la ley.
  9. Al lock out lo llaman paro, al piquete simple manifestación de hartazgo, a la escasez de alimentos protesta, al impuesto confiscación, a la renta extraordinaria fruto del trabajo, a la SRA “el campo”, a los trasnochados de la cacerola manifestantes pacíficos y espontáneos ¿puedo creerle algo a esta gente?
  10. Algo de lo que puede llegar a dejarnos todo esto:
    1) que -una vez más- una crisis que parecía terminal para la democracia, se resuelve por vías institucionales.
    2) que no quede ningún actor con poder suficiente para torcer el brazo de un gobierno por la fuerza.
    3) no es poco.

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