16 de septiembre de 2005

Luz de giro

Estoy pensando (sí, en este preciso instante) qué corno escribir, es decir, mejor dicho, sobre qué escribir. Las ganas las tengo. Expresión de ello son las dos frases anteriores.
Últimamente ando muy legalista, o normativista más precisamente, me estoy volviendo a politizar y siento que eso es bueno, aunque espero que no sea sólo porque en un mes y pico hay elecciones.
A la política yo la entiendo en nivel micro. Sé que existe una macro-política, pero para llegar a esa, para incidirla, para cambiarla, para mejorarla, antes hay que pasar por la chiquita, la de la baldosa, la de la cuadra, la del edificio, la del barrio, la de la ciudad.
Y entonces aparece como un agobio, de pensar en cuánto es lo que hay que cambiar.
Pero después me pongo a pensar en que el cambio es exponencial muchas veces, y el cambio que yo logre se multiplicará y se transformará en poco tiempo en algo palpable, algo a lo que todos contribuiremos para que ande mejor.
Por caso puedo poner algo muy micro, algo estúpido tal vez, pueda sonar. Para algunos. Eso espero.
El guiño. Usar la luz de giro cuando se maneja. Cuánto facilita la conducción, cuánta atención, tensión nos ahorra una lucecita titilante (anda no anda anda no anda, dice el gallego del cuento).
Sin embargo no muchos lo comprenden.
Yo igual uso el guiño, hace años ya. Y hace un par empecé a usarlo también para cambiar de carril en la autopista.
Desde aquél momento en que empecé a usarlo constantemente hasta ahora noto que muchos -que no son tantos, ni son suficientes- lo usan también. No me la creo la de que sea exclusivamente por mí, ni mucho menos, pero en algún rinconcito de mi corazón hay un calorcito muy tenue, de haber contribuido en algo.
Ejemplos como este puedo poner en miles de cosas: algunas normas de cortesía o de convivencia (Hace un tiempo publiqué unas instrucciones para el buen uso del ascensor, y otras para la realización de colas de espera). Muchas normas de tránsito, como prender las luces en la ruta, o cuando llueve mucho. El fin es siempre el mismo: hacerle a los demás la vida más fácil.
Ahí está, ese es mi concepto de la política: la herramienta que nos permite hacernos la vida más fácil unos a otros. Claro, algunos la usan mal, y nos la hacen más difícil, pero creo que no nos va a llevar mucho hacerles entender.
Y termino acá, porque es viernes, y prefiero sentirme optimista.

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