7 de septiembre de 2005

La ilegalidad al palo

Al entrar al vagón el vendedor anuncia a los gritos que tiene todos los títulos. Que algunas películas incluso están en cartel actualmente. No se asusten, no vengo a discutir aquí mi teoría que dice que "el cine hay que verlo en el cine".
El pasajero -clase media, claramente- que lleva colgado de un hombro un bolsito que en su costado dice algo sobre el nonagésimo congreso de naraldisiología, se acerca y pide que le muestre. Escucho que el vendedor enumera títulos de películas para chicos. El pasajero elije KungFusión, y la lleva.
Tampoco quiero discutir sobre cuán pro o anti sistema es piratear o fomentar la piratería de películas, software, etc.
Lo que quiero traer a la luz aquí, como si mi blog fuera el reflector en el teatro, que nos muestra cosas que de otro modo no veríamos, lo quiero apuntar, decía, es justamente, que este alarde de ilegalidad, se desarrolló a plena luz del día (en realidad del subte), en medio de decenas de personas, que ni se inmutaron y a quienes -lo que es peor- la escena les habrá parecido de lo más normal y cotidiana. A mí no.
Tenía ganas de preguntarle al señor, y a algunos pasajeros, si tenían conciencia de la ilicitud del acto que aquel acababa de realizar y estos de presenciar, pero preferí seguir con mis elucubraciones y no meterme en problemas.
Mi nariz rota está sirviendo mucho de excusa, últimamente, pero no va a durar para siempre.

No hay comentarios.:

Leo y me gusta