Esto es para una amiga que anda perdida en los recovecos de su alma, sin darse cuenta de que tiene todo para ser feliz.
Y si entonces tu frescura
se trasvasara a mi alma
no podría seguir entendiendo
por qué las estrellas caen
Sin embargo tu sonrisa
me hace dudar de tu letargo
e insisto
y te reís;
intento de nuevo
y aflora sutil tu carcajada;
me reitero
y tu boca y tu rostro florecen;
caigo en repeticiones ya insoportables
y no puedo creer que otra vez, sea tu risa.
Concluyo entonces, seguro ya del todo,
que no hay en tu alma un ápice
incapaz de disfrutar.
27 de junio de 2005
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