3 de junio de 2005

Cruces y desvíos

Qué difícil es tratar de cambiar "lo establecido", lo que "está bien", lo que "es normal", desde la no-ruptura, desde algo así como tratar de ir "haciendo diferente", mostrando a los demás que hay otras formas de hacer las cosas sin lastimar a los demás, disfrutando y gozando más de la vida, de esta vida de sensaciones que nos ha tocado.
Y digo esto puntualmente en relación a la monogamia y la fidelidad, no voy a dar más vueltas.
Creo que esto va a desatar un torbellino, va a levantar polvareda.
Claro, a nivel social, a nivel de lo que consideramos la opinión pública, todavía estamos discutiendo si una mujer tiene derecho a disponer de su cuerpo ante un embarazo sin que el estado se entrometa, si uno tiene derecho a meterse en el cuerpo la sustancia que se le cante, si dos personas del mismo sexo pueden tener los mismos derechos a ser un matrimonio que dos que no lo son y, en fin, hace no tantos años decidimos que dos personas que alguna vez habían pensado en pasar juntos toda su vida tenían derecho a cambiar de opinión y seguir cada cual su rumbo.
¿Cómo hacer entonces para poner en tela de juicio la monogamia y su recalcitrante concepto de fidelidad si todavía nos falta discutir todo eso?
Bueno, quiero por lo menos tirar alguna punta: me parece que hay un concepto normalizado que es aquél que establece que la fidelidad es una fidelidad corporal, poniéndola al mismo nivel que la fidelidad mental, cuando en realidad lo importante es la fidelidad del espíritu (que no implica anular el deseo, pero si tener en cuenta a la otra persona a la hora de tomar las decisiones).
Tiene mucho que ver con esto la confusión entre sexo y amor, que, si bien está profundamente encarnada en las mujeres (gracias a un trabajo de educación tenaz y sostenido que comienza con la puesta en escena de la esposa-mamá-amadecasa feliz como paradigma de futuro de la niña) también lo está en los hombres, muchas veces del mismo modo que en la mujer, a partir de una fuerte educación, pero más usualmente desde una actitud hipócrita y apoyada en la facilidad que el sostener esta postura, implica en la dominación de la mujer por el hombre.
Quiero hacer aquí una aclaración sobre algo que no había notado: no quiero con esto hacer una "oda al pirata" o un "elogio de los cuernos", todo lo contrario, me caen pésimamente mal los tipos que andan vanagloriándose de eso. Pero no entiendo por qué no podemos en algún momento y cuando la situación se da sin forzarlo, dar rienda suelta a nuestros deseos, y estar con una persona simplemente para pasar un buen momento y disfrutar placeres sensoriales sin que eso tenga las consecuencias nefastas que actualmente tiene, hacia adentro de la pareja, y también a nivel social. Al fin y al cabo, en diferentes magnitudes, pero el placer es el mismo: un buen polvo, un buen beso, un buen vino... (sí ya sé, suena feo, pero estoy convencido de que cuando lo analizo a fondo estoy en lo cierto).
Bueno, se hizo largo, en algún otro momento continuaré con mi defensa de la libertad, que al fin y al cabo de eso se trata.

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