7 de junio de 2005

PEQUEÑAS INSTRUCCIONES PARA MI MUERTE

Cuando yo muera no quiero más llanto que el necesario, que tal vez sea nada. Al fin y al cabo habré hecho lo mío, y habré dejado de hacer lo que corresponderá a otros hacer. En cambio, sí me gustaría ser aplaudido, y si alguien tiene algo que agradecer, me sentiría honrado de que lo haga. La gratitud sincera es uno de los más bellos sentimientos que una persona puede tener.
Cuando yo muera no quiero velatorio, ni cajón, ni cruces, ni toda esa parafernalia que le han puesto a los pocos muertos que he visto. Por favor, quemen mi cuerpo automáticamente y, aunque suene un poco estúpido, quiero que las cenizas se esparzan por el campo. Déjenme con el viento, que espero saber como arreglármelas con él.
Cuando yo muera, no quiero coronas.
Cuando yo muera no quiero colores oscuros.
Cuando yo muera, si los que me conocieron quieren reunirse, háganlo. No me molestaría si es de corazón. Pero me gustaría que me recuerden vivo. Que escuchen la música que me gusta, que miren mis fotos, o alguna filmación, que hojeen mis libros; y coman, coman y tomen todo lo que quieran. Celebren la vida que tuve, y la que todavía tienen.
Cuando yo muera, espero que a alguien le interese guardar mis libros, y si no es así, por favor no los tiren. Dónenlos a alguna biblioteca pública.
Cuando yo muera, sólo espero que sigan estas pequeñas instrucciones.
Y, ah, mi amor, te repito que quiero que sepas que vos has sido lo más hermoso que me pasó en la vida, y no quiero que llores o estés triste si algo me pasara porque no tendría sentido. Quiero que sigas adelante como sólo vos sabés hacerlo. Eso es lo que verdaderamente me gustaría.
Gracias.

No hay comentarios.:

Leo y me gusta