2 de agosto de 2005

El vocabulario que supimos imponer

Hace algunos años y siendo yo adolescente, gracias a mis incursiones en el mundo "payuca", es decir, mi contacto con jóvenes del interior del país, incorporé a mi vocabulario como muletilla, la exclamación "¡obvio!", al final de frases, o como aseveración al estilo de los usadísimos "aha", "mirá vos", etc.
Al principio hubo cierta resistencia de parte de mi círculo de amigos, que me decían cosas como "¡che, pará con el "obvio" que me tenés podrido!" a lo cual yo respondía "¡obvio!".
Con el tiempo pude ver que esta muletilla creció y creció en su uso, hasta hacerse muy masiva. Tanto como para poder ver personas y personajes en radio y televisión utilizando la referida interjección sin ningún tipo de reparos.
De este mismo modo entiendo que a partir de mi círculo de amistades hemos impuesto la utilización de la expresión "¡qué amor!", también en su variante "¡un amor!", y el ya conocidísimo "nada", al principio o al final de las oraciones. Niego desde ya, todo vínculo entre tal expresión y el "tipo nada" que ha bajado desde las clases más altas de nuestra tilinga sociedad para imponerse a través de la mofa en los medios de comunicación.
Bueno, nada, eso es todo lo que quería decir en este post. ¡Un amor! ¿no?
¡Obvio!

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