que no es como ellos,
es sólo un lugar de ida y vuelta...
Mientras todos pasan,
ellos viven y reviven.
Desierto de cuerpos en tránsito
Los observo hace meses.
En mi interior los saludo, y armo puentes
Uno marrón y negro,
el otro blanco, con algunas manchas aquí y allá
Aquel estaba primero,
y aceptó la compañía del otro.
Tienen cuatro patas.
Pobrecitos los que pasan,
sólo mirándolos
pensando que no tienen alma.
Estas palabras -ya que no me animo a llamar a este amasijo poema- están dedicadas a dos anónimos canes que habitan la Plaza de Mayo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario