17 de mayo de 2005

Escándalo, es un escándalo

La excarcelación de Omar Chabán el viernes pasado fue, al parecer, como una roca estallando en mil pedazos sobre el asfalto.
Se han gastado en pocos días, metros y metros cúbicos de aliento, litros de tinta, millones de hertz, y de bytes, y demás, opinando sobre el tema.
El viernes a la tarde yo estaba en cama, así que tuve oportunidad de observar como se fue desplegando el tema en el medio televisivo (pero sólo en canales de aire, porque no tengo cable). Fue de una forma totalmente irresponsable, demagoga, simplona o simplista lindante con lo idiota, pero sobre todas las cosas, violenta (más allá de que en mi opinión en los últimos tiempos el vértigo de los medios se ha trastocado en violencia).
Conozco a Gustavo Bruzzone (uno de los jueces que opinó en el caso) por muchos de mis amigos y compañeros que lo tuvieron como profesor en la facultad de derecho, lo traté también en alguna reunión en la facultad, y lo escuché en alguna charla. Todos los que lo conocen -creo que no existe nadie que me haya dicho lo contrario (inclusive alguno que otro que por no estudiar suficiente no terminó la cursada)- me han dicho que es un excelente profesor (por lo que sabe, por lo que enseña y por lo mucho que exige), y una excelente persona.
Sé también, que siempre, siendo fiscal (que fue el cargo que tenía antes de ascender a juez de Cámara por concurso) promovió el buen uso de la prisión preventiva, tal como lo mantuvo en el fallo relativo a Chabán.
Hasta aquí, uno de los aspectos en los cuales los medios, por superficiales y funcionales al poder, no pudieron y no quisieron entrar.
Hay otra cuestión que quisiera tratar aquí, en la que tampoco los medios incursionan.
La historia.
Para los medios de comunicación la historia no existe, las cosas siempre fueron y serán así, y eso también es funcional, porque fomenta la ignorancia y la imprudencia.
El derecho penal moderno, es decir, tal como lo conocemos ahora surge a partir del siglo XVIII en respuesta a los abusos del absolutismo real, que no tenía hasta ese momento límite alguno para la aplicación de su facultad punitiva.
Recomiendo mucho la lectura de una obrita muy breve: “De los delitos y de las penas” del Marqués de Beccaría. En esa obra es en donde se condensa el nacimiento del derecho penal tal como lo conocemos.
Es decir que el derecho penal en su estructura actual, fue pensado justamente para evitar abusos, para evitar que alguien que era acusado de un delito fuera tratado como un condenado, para que quien fuera acusado tuviera derecho a un proceso justo, con una defensa, con un juez imparcial, basado en una ley previa y escrita, etc. etc.
Y esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de opinar, del mismo modo que cuando los trabajadores protestan porque trabajan en exceso del horario legal, hay que recordar que hace cien años los trabajadores morían, baleados, fusilados, por pedir jornada de ocho horas y descanso los domingos.
Cuando las víctimas y sus familiares reclaman la pena de muerte, la prisión del acusado hasta el juicio, y otras cosas por el estilo, lo hacen desde el dolor, absolutamente comprensible, de quien sufrió una herida insanable, siempre. No hay pena ni retribución alguna que pueda devolver las cosas a su estado anterior.
Pero que comprendamos el dolor no quiere decir, que nuestro sistema legal deba basarse en el dolor. El dolor es una de las sensaciones más internas, más incomunicables del ser humano, y por ello, menos política, porque la política se basa en el discurso, en la articulación de los diferentes discursos para lograr islas de certeza en un mar de incertezas (Hannah Arendt dixit).
El escándalo también parecería ser uno de los fundamentos de la ética que nos quieren enseñar los medios. La palabra escándalo tiene –creo- una raíz hebrea, y de algún modo implica algo que se nos ha impuesto desde fuera, que ha llegado repentinamente.
Creo que en otro lado hablé de esto, y casi siempre termino en lo mismo. Empecemos a hacernos cargo un poquito de lo que pasa a nuestro alrededor.
¿Los familiares de las víctimas de Cromagnón qué creían? ¿Que en un país en el que a principio de siglo se fusiló impunemente a cientos y cientos de trabajadores de la Patagonia por reclamar lo que les correspondía, en el que en el año ´55 se bombardeó impunemente la Plaza de Mayo, en el que en el ´56 se fusiló a tantos otros, en el que actuó una organización para poli-militar llamada “Triple A”, en el que todavía hoy madres, abuelas, hij@s y niet@s, reclaman que se haga justicia a sus desaparecid@s, creían realmente que sin luchar, es decir, por el simple paso del tiempo y el actuar de la burocracia judicial se iba a hacer justicia?
El hecho de que así lo exterioricen -aún aunque no lo creyeran- habla de por qué somos, como país, como sociedad, como comunidad política, lo que somos.

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