20 de julio de 2006

Contaminación visual: la batalla continúa

Después de haber escrito un par de cosas, y acordar con Daniel en que es un tema que requiere nuestra inmediata atención, hoy vi este artículo que toca el tema y lo lleva a una dimensión masiva (que no siempre es buena, pero es un comienzo).

Lo transcribo:

La Ciudad, zona liberada para carteles publicitarios

El problema afecta al espacio público. Y avanza a una velocidad nunca vista.

Carlos Gallardo *

Los eternos y recurrentes debates sobre la chatarra visual (carteles) que invade la avenida Lugones nos obligan a preguntarnos qué pasa con el resto de la ciudad que, día a día, va desapareciendo ante nuestros ojos. Vemos los muros laterales de los edificios con enormes pintadas que convierten a sus propietarios en cómplices de la destrucción de su propio patrimonio.

Terrazas y casas literalmente aplastadas por gigantescas estructuras que contaminan sin límite de altura ni tamaño, en todos los barrios de la ciudad. Instituciones gubernamentales como ATC y el Palais de Glace, o concesionadas como el Hipódromo, Zoológico, Campo de Polo, Club de Amigos, Gimnasia y Esgrima y una lista interminable que todos podemos verificar, disponen de sus espacios verdes o de sus entornos con impunidad.

Paradas de colectivos diseñadas con el exclusivo objetivo de contener publicidad, y no para su función específica, cabinas telefónicas, terrenos laterales del tren, cercos de obras en construcción, frentes de estacionamientos, carteles en V de las inmobiliarias, son algunos de los elementos a los que se echa mano para publicitar con una virulencia y velocidad nunca vista antes. Las marquesinas, otra variante de cartel, son también un grave problema porque nos obligan a caminar bajo techos, que muchas veces llegan hasta los cordones de las veredas, sin límite de altura o tamaño y de lamentable calidad constructiva. A marquesina puesta, árbol desaparecido.

Como novedad está el sistema perverso que organiza pegatinas en postes de luz, semáforos o cualquier superficie libre de la ciudad y que ni siquiera paga impuestos. ¿Por qué se permite? ¿Quiénes son los responsables? ¿Por qué no se controla?

Estamos profundamente preocupados por el nivel de agresividad que alcanza este flagelo; leemos con envidia y algo de tristeza la ley que se acaba de dictar en el Ayuntamiento del Madrid que obliga a quitar 120.000 de los 200.000 carteles luminosos que tiene la ciudad. Comparando, nos preguntamos el porqué de la gran contradicción que encierra el hecho de que, aunque entendemos que el problema nos excede y nos antecede, el Gobierno se entregue tan pasivamente a esta acción profundamente mercantilista y, en algunos casos, (como ATC y Palais de Glace) sea el responsable directo de la contaminación. ¿Será esta la Buenos Aires del Bicentenario?

* Diseñador de Comunicación Visual, artista plástico y escenógrafo

1 comentario:

Monik dijo...

tema interesante: http://www.dspace.espol.edu.ec/handle/123456789/4557

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