17 de febrero de 2006

Virgen

Me pregunto qué piensa la gente que se acomoda en los asientos del subte B, como si viajara en un taxi, o en su propio auto, o estuviera sentada en el sofá de su living, como si el asiento fuera de ellos y no un asiento comunitario en el que hay que tratar -sin apiñarse en exceso- de que pueda sentarse la mayor cantidad posible de personas, compañeros de viaje al fin y al cabo. Yo creo que no piensan, he ahí el problema.

Pero seguramente son los mismos que opinan que el carnaval es una fiesta primitiva, colectiva, en la que la gente deja salir su costado más brutal, más animal y en ese opinar se baten contra los cortes de calle, y el "desorden" que el carnaval le trae a la ciudad. No lo entienden porque nunca lo vivieron, porque nunca lo sintieron, y porque tampoco piensan.

Esas mismas personas deberían preocuparse porque en cada lugar en el que diariamente ingresan a desarrollar su trabajo hay una virgen en la puerta, cuando se supone que la justicia si hay algo que no debería tener es religión. Pero no lo piensan.

Y si hay algo que los medios de comunicación -tal como los pensaron quienes los utilizaron como arma frente a los despotismos, y como herramienta para difundir las nuevas ideas de libertad, igualdad y fraternidad- deberían tener, es ética. Pero no la tienen. Sólo venden productos.
En cambio yo, para ser médico tengo que tener una matrícula con un Colegio Profesional que me controla, para ser abogado, también, y lo mismo para ser ingeniero, psicólogo o casi cualquier cosa, gasista ponele. Pero los medios de comunicación no. A ellos no los controla nadie. Bah, en realidad sí, la plata, la mosca, la contante y sonante. Esa es la que mueve a los medios. Pero la gente sigue hablando como hace cincuenta años: "¿viste lo que dijo el noticioso?" y "¿viste lo que salió en la tele?". Es porque no piensan.

Hoy estoy con bronca con el "ciudadano común".

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